O tal fueron un poco menos, pero en este caso sirve el redondeo. Al fin y al cabo, considerando que es la primera puesta en escena de la era de Sanvicente con la Vinotinto, siempre se puede tener un poco de esa condescendencia típica que por lo general se le brinda a todo aquel que acude a su primer día de trabajo.
Trabajo duro por cierto, ese de dirigir a una selección nacional con más problemas que virtudes a la fecha actual. De entrada, Seul nos mostró una selección sin el 18 eterno de Arango encabezando la oncena. Será cuestión de acostumbrarse. Pero apartando esta, y una que otra ausencia puntual, incluyendo a nuestros cananles de TV, estaban los que son. El grueso de nuestra humilde elite futbolística estaba parada sobre el impecable césped del Bucheom Stadium, dando el punto de partida para el nuevo ciclo de la Selección.
Venezuela ha jugado hoy con Dani, Rosales, Vizcarrondo, Perozo, Cichero, Jimenez, Rincón, Guerra, Josef y los Rondón (Salo y Mario). Lo dicho, salvo algunas ausencias puntuales, estos nombres no variarán mucho en el corto y mediano plazo. Tres o cuatro jugadores más, y por ahora es todo lo que tenemos.
La historia de este juego dirá que Corea venció 3-1; dirá además que la defensa venezolana estuvo terrible, completamente desacertada y fuera de coordinación. Dirá también que el ciclo del popular Chita comenzó con una derrota, que no preocupa, pero derrota al fin, y que los coreanos, que duda cabe, fueron mejores sobre la cancha. Nada de exagerado hasta acá; nada fuera de lo normal. También que la definición de Mario Rondón en el único gol venezolano, fue la mejor del partido.
No obstante, se hace importante rescatar del baúl de los olvidos ese espacio de tiempo entre el minuto 1 y el 30. Rescatar esa presión alta que se intentó en la salida del rival; el deseo (y solo fue eso en su mayoría, pero vale) de jugar en toques rápidos y en vertical, con claras intenciones de agredir al rival y de recuperar el balón bien lejos de nuestra retaguardia. En síntesis, se vió a una Vinotinto queriendo, intentando plasmar en la cancha lo que ha sido el dibujo de su nuevo técnico a través de su propia historia futbolística. Estos 30 minutos han sido los 30 minutos de lo posible, de lo querido, de lo que se quiere ver en una cancha junto a nuestros colores.
Del resto del partido, poco o nada que hablar. Se volvieron a ver los lugares comunes de errores, distracciones y hasta un cierto infantilismo imperdonable a este nivel. Corea prácticamente nos acribilló con su velocidad y cambios de ritmo, y esto, sumado a 3 goles perfectamente evitables con una defensa más sólida, no dieron una buena bienvenida al Chita. Cosas del fútbol.
Sin embargo, precisamente para estas cosas es que sirven esta clase de juegos. Para comenzar a cuadrar esquemas, y para observar donde se presentan los errores. El resultado de verdad, es lo de menos. Aquí lo importante es que el técnico se lleve una idea de como empezar a arreglar entuertos, así como de a poco ir impregnando al equipo de su estilo y forma de llevar este juego durante 90 minutos.
Hoy algo de eso se vió, por lo menos durante 30 minutos, o tal vez un poco menos. No importa. La meta es que esa intensidad se plasme en un sistema que dure 90 minutos y algunos más. Esa es la principal tarea y hacia allá, que no quepa la menor duda, apunta el objetivo de este cuerpo técnico. Trabajo falta y bastante, sobre todo en el aspecto físico de los jugadores, pero la calidad profesional, a Dios gracias, es algo que no escasea en la gerencia de este equipo.
Derrota entonces en Corea, sin ningún tipo de excusas. El rival fue superior, cometió menos errores que nosotros, y supo capitalizar los de este lado. Justo ganador.
Nuestra pequeña victoria: Seul, y esos 30 minutos...