martes, 6 de diciembre de 2011

65 AÑOS DE MI VIEJO...

Se dicen rápido, pero como pesan. Hoy cumples 65 años de vida, 36 de los cuales he tenido el honor y el privilegio de ser tu hijo. Creo que ambos ya estamos como "viejitos" en nuestros respectivos contextos y, sin embargo, tú, como siempre lo dices, te mantienes como un joven de espíritu. Y de hecho, lo eres, siempre lo has sido.

Porque definitivamente, amén de todas las cosas que en la maravillosa aventura de ser tu hijo se pueden recordar, el que siempre seas un joven de espíritu es una de las principales, pero no la única claro. Sé que Raiza, Rina, Nelson y Rosnel tendrán su propio anecdotario dedicado a tí, pero yo también tengo el mío particular, y dado que es tu cumpleaños, ando como con ganas de recordar algunas cosas del mismo.

Recordar sobremanera lo mucho que me gustaba caminar de tu mano. Tengo grabada esa imagen de los días sábados y domingos en parques y centros comerciales. Rosnel de un lado y yo del otro. Nunca me sentía tan protegido como cuando tomabas mi pequeña mano para caminar a tu mismo ritmo. Claro, con la entrada de la adolescencia ya era una raya caminar de la mano contigo. Rosnel sí pudo seguir disfrutando de ese privilegio durante mucho tiempo más y creo que incluso hoy lo sigue haciendo. Cuestiones del machismo o sexismo pues. Pero incluso hoy, cuando la vorágine de la vida llega a pegar en ciertas ocasiones de manera inmisericorde, mi mente se permite viajar de vez en cuando a esas calles soleadas del centro de la ciudad en un sábado cualquiera, y entonces camino de tu mano otra vez, protegido como nunca, con Rosnel del otro lado, rogándote para que nos compraras todas las chucherías que Doña Rosa nos prohibía en la semana.

Recuerdo también lo mucho que disfrutaba viajando contigo. Solía esperar como loco los meses de diciembre para que llegaran los juegos deportivos aquellos de Cadafe, a donde irías tú con tu famosa recta debajo del brazo, arma fundamental del equipo de softbol del entonces Distrito Federal. Recuerdo que al comienzo nos llevabas a Nelson y a mí. Luego el "mentepollo" de tu hijo mayor se fastidió de ir, y el único que te acompañaba era yo. Para mí no había mayor emoción que viajar solo con mi papá. No existían mamá ni hermanas fastidiosas. El mejor viaje que hicimos fue aquél a San Cristóbal en el año 89. Salimos un día viernes (o jueves?) al mediodía en el Malibú blanco, en un maratónico viaje de 10 horas por carretera. A la emoción de ir de copiloto todo el viaje se le sumaba el poder conocer todos esos pueblos a los lados del interminable camino, gusto que mantengo incluso hoy. Recuerdo que nos agarró la noche en Acarigua y dormimos alli, en un hotel llamado Payara. Por cuestiones de la vida, una catajarra de años después, motivado al trabajo, viajaba recurrentemente a la misma ciudad y dormía en el mismo hotel. Por supuesto, cada vez que llegaba allí recordaba aquel fantástico viaje, para mí uno de los mejores que hice, mil veces mejor que cuando me llevaste a Disney.

Y ni hablar de las veces que me llevabas al estadio. Disfruté mucho el beisbol, como no, y más si tú eres fanático de La Guaira y con la samba siempre justo detrás de nosotros. Era la época de la famosa "guerrilla". Debes saber que en ese pulso invisible entre madre y padre por la afición de sus respectivos equipos, mi inclinación por el lado de Doña Rosa y del Magallanes ganó por muy poco a la de los Tiburones, pero aquí entre nos, cuando gana La Guaira, ese 50% de ADN que llevo tuyo baila su pedacito de samba también. Los que sí nunca tuvieron chance de nada fueron los gatitos con reumatismo esos que mientan leones. Es que mi composición genética no podía ser traicionada de esa forma. No sé de verdad de donde Nelson y Raiza son caraquistas, (Rina siempre ha sido sospechosa, pero nada se puede probar todavía) pero eso es una afrenta a la familia.

Pero debes saber que uno de los momentos más felices de mi vida no fue cuando me llevaste al estadio de beisbol, sino al de fútbol. Recuerdo como te suplicaba que me llevaras a ver algún juego de ese "fútbol tan malo" como tú le decías. Me llevaste a algunos, como el buen papá que siempre fuiste. Pero hubo un juego en particular que es el que viene a mi mente. Era un domingo y jugaban los desaparecidos Marítimo y Deportivo Italia en el Olímpico.Yo TE ROGUE durante toda la mañana que me llevaras y tú siempre inflexible: "no veo ese fútbol tan malo". Ya resignado, me acosté a dormir mi siesta vespertina. Todavía recuerdo como si fuera ayer. Me despertaste y me preguntaste a que hora era el juego. Yo, todavía medio dormido, te respondí que era a las cuatro. Y entonces vino la frase mágica, la que nunca se me olvidará mientras viva: "Vístete pues". Mi alegría no cabía en mi pequeña humanidad. Creo que durante el resto del día no se me borró nunca la sonrisa. Casi que hasta te puedo decir exactamente donde nos sentamos en el estadio: ese día por primera vez fuimos a gradas, porque la tribuna principal extrañamente, estaba como llena. El partido terminó cero a cero y tú soportaste 90 minutos de ese fútbol que no te gustaba mucho.

Traigo a colación esos tres momentos. Por supuesto que en mi anecdotario existen muchos más, pero entonces no terminaríamos nunca y corremos el riesgo de llegar a tus 120 años y yo todavía escribiendo. Pero sí queda un poco de espacio para recordar otros pequeños detalles, tan inolvidables como el resto.

Recuerdo por ejemplo todos esos lunes en la mañana despertándote silbando y con una sonrisa, mientras fastidiabas a Rosnel con las preguntas más irrelevantes del mundo. Rina ni se inmutaba. O cuando levantabas a Raiza con una olla de cocina porque tenía que pararse para ir a la Universidad. Recuerdo verte levantado siempre de la cama antes de las 5 y media de la mañana, y con buen humor. Recuerdo no verte faltar nunca al trabajo, salvo cuando te operaron de la hernia aquella. Siempre te recuerdo leyendo, libros de derecho o periódicos. Recuerdo verte siempre de traje y corbata, impecablemente perfumado. Recuerdo tu espaciosa oficina de Consultor Jurídico, y lo bien apreciado que eras entre todos tus compañeros de trabajo. Recuerdo tu recta afilada debajo del brazo con el que ponchabas a todos esos barrigones del softbol. Recuerdo tus innumerables uniformes, guantes y trofeos.

Ahora estás jubilado, con un poco más de cana y muy barrigón, en la función de abuelo. Y bueno, para no perder la costumbre, son también cinco tus nietos, por ahora. Pero se te ve cómodo. Tus nietos te adoran. Daniel es la viva estampa tuya, Mariana te ve y se olvida del resto de las personas. Rafael se emociona como nunca cuando lo vas a buscar y hasta fanático de La Guaira se ha hecho por tí, a pesar de que creo que ni siquiera le gusta el beisbol. Oriana es clase aparte contigo y Héctor A, bueno, él es como yo, no muestra mucho, pero el sentimiento está allí, en el corazón, donde de verdad importa.

Y no solo es el sentimiento de un hijo eternamente agradecido con la vida por haberme regalado un papá como tú. Es un sentimiento de verdadera admiración por todo lo que tú has sido, por tus acciones, porque sé que ahora andas por la vida con la mirada en alto y con esa tranquilidad que sólo tienen los hombres que nada tienen que temer, porque han cumplido con su parte del trato y han pasado el difícil examen de la vida, con nota sobresaliente además.

Así que gracias panzón, gracias por estar siempre allí para nosotros. Gracias por tantos sábados y domingos llenos de chucherías y refrescos. Gracias por nunca pegarnos. Gracias por llevarnos y traernos. Gracias por conocer a Mickey y al Pato Donald. Gracias por las pelotas de fútbol y las películas de VHS. Gracias por tantos paseos y comidas, por la ropa y los zapatos, por las pantalones de moda y por los libros. Gracias por darnos la mejor educación posible. No tenemos forma alguna de pagártelo, aunque seguramente tú nunca nos los cobrarías.

Y sobre todo, mi viejo querido, gracias por llevarme al fútbol aquella lejana tarde de domingo. Fue el mejor regalo que me pudiste hacer en toda la vida...

Feliz Cumpleaños Papá...









domingo, 6 de noviembre de 2011

EL NIÑO DE LA GUITARRA

El auditorio truena bajo el ruido de los aplausos. El público de pie, en un teatro cualquiera de un país extranjero, deja el alma en sus enrojecidas manos en señal de eterna gratitud y admiración hacia ese prodigio de la música que, de la manera más humilde, casi avergonzada, sale a saludar al escenario. Ha sido otra noche exitosa en la vida de la superestrella del momento, del más grande talento musical surgido en los últimos tiempos.

El grito atronador de la madre saca al muchacho de su imaginativa contemplación. La orden maternal lo obliga a voltear su mirada y su mente hacia el cuaderno de ecuaciones, el cual está casi tan blanco como el cabello de la abuela sentada en un rincón de la sala, quien observa la escena ya tantas veces vista, al ritmo del ir y venir de su mecedora.

Y de nuevo comienza el jaleo de siempre. Por un lado la madre, ya en pleno estado de histeria, intentaba hacerle entender que esa bendita guitarra no era la que lo iba a sacar de abajo algún día, sino que eran los libros y el estudio lo único que podrían garantizarle un futuro mejor. Por el otro lado, el niño, con su guitarra bajo la silla de estudio, insistiéndole que lo único que quiere hacer, es tocar y crear música, no entender y resolver números que por más que trata, no le entran en la cabeza.

Y la abuela que solo contempla. Antes solían pedir su opinión. Ahora ya ni eso. Finge refugiarse en la revista de manualidades que todos los días intenta leer, mientras escucha los argumentos irrefutables de la madre indicándole a su pequeño vástago que solo una educación como la que él estaba recibiendo le podría asegurar ser un hombre de bien, tanto para su familia como para la sociedad. Que para ser cualquier cosa en la vida, incluyendo una estrella musical, debía entender y aprobar todos los exámenes de ecuaciones que tuviera que presentar.

La abuela realiza un pase fingido de página mientras escucha de nuevo la defensa de su nieto. Para ser un niño tan joven, se expresa con mucha propiedad y firmeza. Entiende que debe estudiar, solo le pide a la madre que trate de comprender que no es fácil para él el realizar ciertas cosas. Que está pasando por una etapa donde siente muchos cambios, tanto internos como externos. Que últimamente se siente un poco distraído y que ya no le está dando tanta repulsión la niña del piso 7.

Y al final sale el humo blanco. El niño entiende que es alguien afortunado por tener una madre que trabaja de sol a sol para darle esa oportunidad en la vida que millones de seres semejantes a él no tienen. Hace un esfuerzo supremo y se sumerge en sus cuadernos de números extraños y hostiles. Acepta que tendrá que bailar pegado con ellos un buen tiempo, si quiere algún día vivir y morir por su guitarra y por su música. La madre logra entender, una vez más, que su pequeño niño ya no lo es tanto. Que está entrando en una etapa crucial en su vida y que debe armarse de mucha paciencia y serenidad.

La ya relajada madre abandona la pequeña sala. El niño logra, después de un tiempo, salir invicto de su pelea a muerte con las ecuaciones. Cierra el cuaderno y agarra su guitarra. Un acorde aquí, un acorde allá. Mira de reojo a la anciana abuela sentada en una esquina y le regala la más agradecida de sus sonrisas. La abuela le pide que le toque una canción y el nieto la complace. La mujer de pelo blanco cierra los ojos y tararea al ritmo de la dulce melodía que producen las manos de aquél niño, invadiendo cada rincón de la pequeña casa.

La anciana abre los ojos al término de la canción y observa a ese niño ya convertido en adolescente, con su guitarra bajo el brazo, despidiéndose de ella con un beso en la frente. La abuela le da la más cariñosa de las bendiciones y le recuerda que no debe llegar tarde, porque hay que estudiar para el examen de Historia. El adolescente asiente y sale disparado por la puerta de la vida, de esa vida que apenas lo espera, y que le muestra un mundo de tantas novedades, de tanta música, de tantas emociones.

La abuela lo observa a lo lejos, esbozando una sonrisa, mezcla de orgullo y felicidad. Nadie le ha preguntado claro, porque últimamente nadie lo hace, pero ella lo sabe. Ella lo sabe porque conoce el mundo y ha visto mucho de este lado del plano. Y jamás se equivocaba con estas cosas. Sólo le pide a Dios un poco más de vida para poder ver en vivo y directo lo que el fondo de su corazón conoce con absoluta certeza.

Vuelve a su ir y venir en la silla mecedora y, mientras va cerrando los ojos y tatareando una dulce melodía, va llegando poco a poco a un auditorio que truena bajo el ruido de los aplausos. El público de pie, en un teatro cualquiera de un país extranjero, deja el alma en sus enrojecidas manos, en señal de eterna gratitud y admiración...











sábado, 5 de noviembre de 2011

VOLVIENDO A TI...

O volviendo contigo. Da igual como se quiera entender. Lo único cierto y lo verdaderamente importante es que he vuelto a encontrarte, una vez más.

Y sí, de nuevo he vuelto a toparme con tus aires de misterio y de solemnidad. Nuevamente el corazón se agita y se alborota al pensar en tus formas, en tus palabras no dichas, en el silencio de tu verdad. Nuevamente la mente comienza a desesperar, al verse perdiendo una batalla que creía ya ganada. Y es que de nuevo volviste a asomar tu sonrisa y tu mirada, y eso fue suficiente para acabar con el empeño de llevar una vida atormentada de sentido.

Y yo que te creía plenamente olvidada. Te recordaba como algo curioso que por momentos llenó un breve espacio entre dos estaciones de ánimo. Hoy me queda claro que definitivamente no somos más que unas marionetas con las cuales eso que erróneamente solemos llamar "destino", se divierte hasta la saciedad manejando los hilos como mejor le plazca.

¿Que si quise olvidarte? pues claro. Pero es que así somos los seres humanos. Basta que algo nos llene completamente, nos convierta en personas reales, nos arranque una sonrisa cada dos por tres, nos increpe hasta lo más profundo y nos cuestione hasta lo más elemental en esta vida, para que, cual mujer con sombrero en un cuadro del viejo Chagall, nos corrompamos al mismísimo centro del miedo y planifiquemos el más espectacular de los escapes.

Pero bueno, una cosa es que lo que piensa el jumento, y otra muy distinta, es lo que piensa el que lo arrea. Y en este caso, para bien o para mal, el animal de cuatro patas parece que soy yo. Ciertamente, no pude engañar eternamente a mi mente, tampoco pude machacar suficientemente el corazón. No hubo sustituta que pudiera anularte, mucho menos que te convirtiera en olvido.

Así que aquí estás, de nuevo retándome con tu cara maliciosa. Retándome a conquistarte, retándome a llegarte, dibujando en tu rostro la más irónica de las sonrisas, saboreando exquisitamente de nuevo tu triunfo. El triunfo del sin sentido, la victoria del imposible, la supremacía de la puerta angosta.Atrás vuelven a quedar de repente, la seguridad de lo conocido, la tranquilidad de lo palpable, la cotidianidad del día a día sin que pase nada, sin que pase todo.

Y de nuevo el tonto corazón que acepta el reto, tu reto. Está bien. Me conoces y te conozco. Veo tus cartas y subo la apuesta. Tal vez por esta ocasión, quien sabe, me toque una buena mano de barajas, y si no, por lo menos será divertido de nuevo bailar pegado contigo. Bailar al ritmo de esa música que solo tú y yo conocemos, que sólo tú y yo entendemos.

Conozco la sensación. Conozco tu olor. Conozco el matiz diferente que la palabra vida adquiere contigo. He escuchado el tono diferente de la lluvia estando a tu lado. Me pierdo en tus ojos que rebosan vida y sé, hasta el infinito y más allá, que de nuevo estoy en serios problemas.

Me querías de vuelta, de nuevo me tienes. Un poco más testarudo, un poco menos joven. Comienza la música y volvemos sobre los mismos pasos. Tú, tan cerca y tan lejos, tan inalcanzable, coqueteando, sugiriendo.

Y yo, atrapado en el laberinto de los grandes riesgos y de las grandes posibilidades, intentando, peleando, volviendo contigo, volviendo a ti...



O

domingo, 4 de septiembre de 2011

LA SELECCIÓN ES DEL PUEBLO

Taison se despertó como cada mañana, a regañadientes por los gritos de su padrasto, que le recordaba de manera poco cordial por demás, que tenía que levantarse a trabajar. El niño-joven, de 12 años de edad, con mucho esfuerzo se para de la pequeña habitación que comparte con sus tres hermanos menores, se lava la cara en el tobo de agua afuera de la humilde vivienda que habita, toma su desayuno, el agua de arroz que le han dejado listo en la mesa, y emprende el camino, escaleras abajo, a la gran ciudad, con su caja de lustrar zapatos a un lado, y la decepción acumulada en el otro.

El niño-joven no entiende muy bien ese tipo de injusticias. Él siempre la ha llevado en el corazón, siempre la ha defendido, incluso cuando todos se burlaban de ella. Tiene su pequeña pared tapizada con sus fotos, junto a la de su difunta madre, la cual le fue arrebatada por unos delincuentes similares a los que ahora quieren arrebatarle éste, su otro amor.

Amor. Esa palabra de repente le suena tan hueca. El niño-joven observa por la ventana del carrito por puesto que lo traslada hacia esa plaza del centro donde ofrece sus servicios, mientras recuerda esa sensación de bienestar y protección que solía sentir cuando su ausente madre lo abrazaba y besaba los días domingos en el parque adonde solían ir. Ciertamente, extrañaba ese tipo de emoción. Alguien le dijo una vez que eso era amor. No estaba muy seguro, pero si eso era así, apareció y desapareció de su vida demasiado rápido.

Hasta que la conoció a ella. Y entonces todo cambió. De repente, los maltratos del padrastro ya no le importaron mucho. Tampoco el comer solo dos veces al día y quizás una, dependiendo del trajinar del día, ni el haber tenido que dejar a sus amiguitos de la escuela y a la bonita maestra Paula para irse a trabajar y poder llevarle las canillas a sus pequeños hermanos en la noche. Total, así era la vida, o por lo menos, así era de donde él venía: pobreza, tristeza y trabajo.

Pero con ella, todo era distinto. Ella era la única que podía arrancarle una sonrisa a esa cara endurecida por la calle. Con solo observarla se le olvidaban de repente los retorcijones en el estómago por el hambre, o el frío de las noches en su plaza de trabajo. Ni que decir de aquellos días donde podía verla durante semanas consecutivas. Es que hasta le provocaba abrazar a esos malandros del barrio que le caían a coñazos para quitarle el poquito dinero que conseguía.

Hace días se enteró que, después de muchos años de ausencia, ella volvería a la ciudad. La emoción de ese día no fue nada normal. Las manos le sudaron de la emoción. Perdió hasta el apetito ese día, mientras con su limitada lectura en un diario tirado en la plaza averiguó que su gran amor vendría a visitarlo. De nuevo, el rostro endurecido dió paso a esa mirada de esperanza que solo un niño de su edad puede tener.

Pero la realidad le espetó en el rostro muy pronto algo que él ya debería haber aprendido: su gran amor viene, pero no a verlo a él. Por cosas de la vida, algunos, unos pocos, son los que deciden quienes pueden o no entrar a ciertos eventos. Taison, lamentablemente, ha sido elegido para ser uno de los que no pueden entrar. Así de sencillo.

El niño-joven no entiende nada. Mientras lustra un par de zapatos en su plaza del centro, sus pensamientos le recuerdan, una y otra vez, que él siempre la ha seguido, incluso cuando casi nadie lo hacía. Siempre ha soñado con sus colores. Su deseo más ferviente, y el que pedía en cada cumpleaños y cada carta de Niño Jesús era, junto al de que le devolvieran a su mamá, que llegara el día en que pudiera tener la camisa original de su Selección de Fútbol: la Vinotinto. La había visto siempre en las vitrinas de los televisores de las tiendas, agachado a un lado y sufriendo con cada gol recibido y gritando como loco por cada gol anotado. La sufría por radio cuando estaba en su casa, la había visto jugar en países cuyos nombres ni recuerda ya, y ahora que venía a jugar a su ciudad, ¿no podía verla?

El niño-joven sabe que nunca podrá reunir el dinero que se pide para poder entrar al estadio. El costo de una entrada equivale a lo que él puede ganar como en dos meses más o menos. Ni sueña con pedirle ayuda al padrastro, el cual se gasta lo poco que gana como mototaxi en cerveza y fiestas. Taison empieza a sospechar que todo es un engaño. Hace casi menos de un mes, todos decían que la Vinotinto era de todos los venezolanos, y que todos debemos apoyarla y quererla. Pero parece que unos tienen más derechos que otros para apoyarla y demostrar su afecto, piensa para sus adentros el niño-joven con el rostro ya endurecido, con la mirada perdida en la ventana del carrito por puesto que lo lleva hasta su casa.

Taison emprende ya el camino ascendente de las escaleras del barrio. No ha tenido un mal día. Por lo menos lleva lo suficiente para comprar unas canillas y el fiambre para sus hermanitos. Mientras sube por el cerro divisa a lo lejos las luces inconfundibles del estadio. Su gran amor, el único que tiene, está allí en ese preciso momento, y él no podrá verla. Llega al pequeño rancho, les ofrece el pan a sus hermanos, se lava como puede con el agua del tobo del patio, y se sienta al lado del aparato de radio, preparándose para escuchar el partido de su Vinotinto.

Un poderoso rayo de luz ilumina el lugar. Una hermosa joven, de piel tostada y cabello negro, con una pequeña caja entre sus manos, se acerca al niño-joven, mientras lo abraza y lo besa de la manera más tierna posible. Taison la abraza con todas sus fuerzas y entre lágrimas, le ruega que nunca lo abandone. La joven lo mira con cara de ternura y le susurra algo al oído. Le canta una canción y el niño-joven se va quedando poco a poco dormido sobre el regazo de la hermosa mujer.

Los gritos del padrastro resuenan en el rancho. Taison abre los ojos y se da cuenta de que se había quedado dormido junto al aparato de radio. No atina a decir palabra alguna, solo observa fijamente la camisa vinotinto guindada en su pequeña pared tapizada de fotos de su madre y de la selección, junto con la frase escrita en letras doradas sobre la pequeña nota que la cubría:

"...MI SELECCIÓN ES DEL PUEBLO..."



viernes, 26 de agosto de 2011

HECTOR´S UNPLUGGED

Hace unos días, "conserjeando" en el FB, observé el nick de una buena amiga informando a todos sus "amigos" virtuales que por un tiempo, iba a permanecer completamente "unplugged", es decir, desconectada, tanto de su FB, como de su Twitter, de su PIN, y de cuanta conserjería global nos ha brindado la moderna tecnología en los últimos años.

Sin conocer a fondo los motivos de esa apreciada amiga, me llamó sobremanera la atención el hecho cierto de que, de una u otra forma, una decisión de tal magnitud amerita un extraordinario sentido del valor y de mucha fortaleza espiritual, máxime si se tiene en cuenta que, por estos días, aislarse de su "Majestad" El PIN, desvincularse de "Su Alteza Real" el Twitter, o peor aún, no abrir de manera diaria esa "biblia moderna de actualidad" como lo es el FB, equivale prácticamente a una interdicción social. No se engañen, ustedes no existen para el mundo si toman el camino de la negación de "la santísima trinidad virtual": PIN, Twitter y FB.

Sin embargo, mi apreciada y valiente amiga no fue el único caso de "desconexión virtual" en estos días. Yo también pude apreciar en carne propia lo que se puede vivir cuando uno comete "el exabrupto" de perder siquiera conexión con una de las tres divinas personas virtuales. Y es que no hay caso, si usted no es un devoto fiel, le sale la excomulgación ipso facto. Así son las cosas en ésta, la nueva religión del siglo XXI.

Un pequeño "malentendido" (no entremos en detalles) surgido con mi eficiente sacerdotisa vestal del PIN, la siempre querida Movilnet, ha hecho que desde el día lunes hasta la fecha, mi super y apreciado "smartphone" haya sido degradado a la categoría de "burrophone" (por argumento a contrario)o, en otras palabras, haya sido privado de esa luz divina, de ese mundo virtual donde todo es posible y todo se alcanza con solo tocar unas cuántas teclas, y me haya condenado, así sin anestesia, al más puro ostracismo social. Porque vamos a estar claro, ¿de que sirve un teléfono que sólo puede realizar y recibir llamadas? De nada, claro.

Y es que ciertamente, en una semana "normal" con PIN (hasta el término normalidad se equipara con tener o no el bendito BB Messenger) uno recibe y tiene noticias de todos sus "amigos" y conocidos. Incluso, ni siquiera hace falta el consabido y tradicional "como estás". No, para nada. Eso forma parte de la prehistoria. En el maravilloso mundo virtual, basta hacerle un "copy paste" a cualquier chiste maloso de Jaimito, y listo, ya tus amigos te hacen ver que sigues tan presente en ellos como siempre, así no los hayas visto en meses e incluso en años. Y de igual forma, tú sabes que ellos están bien, porque, vamos a estar claros, nadie envía chistes de Jaimito si está triste o con un rollo arrechísimo. Eso es lo maravilloso del mundo virtual, que hasta un chiste de mediano gusto sobre cualquier sátira sexual, engloba en su mensaje el cariño y el aprecio de tus seres queridos.

Y si los chistes de Jaimito no fueran suficiente información, pues bueno, existe esa maravillosa herramienta denominada "Actualización" que, cual CNN particular, nos informa y nos mantiene al día sobre nuestros adorados y estimados contactos. Ya no hace falta llamar a alguien ni preguntar como va todo. Basta que nuestro pequeño gran ego interno se sienta en confianza y empiece a informar, con todo lujo de detalles, donde estamos almorzando, a cual montaña nos dirigimos, o a cual partido de fútbol vamos a ir a cantar y a alentar. Ni hablar de nuestros estados de ánimo. Ya no hace falta llamar a Fulanito para saber si anda un poco triste, o no ha tenido un buen día hoy. Mucho menos será necesario entablar algún tipo de contacto con Menganita que, mal que bien, siempre nos escucha y nos entiende cuando uno no está de buenas. Basta con colocar una de las caritas felices o tristes que trae el PIN, y asunto arreglado. Ya le he dicho al mundo que ando feliz o enguayabao, ahora ya puedo serlo realmente. Y para terminar, puedes graficar perfectamente el momento con la respectiva fotico, tomada en tiempo real. ¿No es una maravilla?

Pues fueron todas estas maravillas tecnológicas y muchas más, de las que he sido privado en estos días. Por supuesto, al sol de hoy yo no sé nada de mis cuarenta y pico "amigos" del PIN y la mayoría de ellos no sabrá nada de mí. Por allí una fiel amistad obró el milagro de llamarme, claro después de mandarme como 800 pines y no recibir respuesta. Fue, más que una llamada, un "vamos a ver si está vivo", que otra cosa, pero se agradeció el intento. Más gráfica fue una compañera de trabajo, la cual me informó que sí, que ciertamente me había enviado varios pines tal día, pero que como no le respondí, no insistió más. La cara de ponchada cuando le pregunté por qué razón no me había llamado o al menos mandado un SMS fue para colgarla en un marco. Parecía que le hubiera preguntado la raíz cuadrada de 12.873. De hecho, ella no estaba segura de tener mi número telefónico. ¿Para qué?

Así que ni modo,para salir del ostracismo social que mi desvío del camino me ha traído, me sale ir, cual pecador arrepentido, a ofrecer los sacrificios respectivos a mi sacerdotisa vestal particular, y esperar que los ojos de su Majestad el PIN vuelvan a posarse sobre mí, y me muestre de nuevo ese mundo de amigos y contactos, donde todos saben de todos, ese mundo de caritas felices o no tanto, donde no hace falta ni siquiera un "epale como anda todo" para saber de la gente. No señor, corte y pegue cualquier chiste o mensaje de cualquier tipo y listo.Que buen amigo es Sutanito vale, siempre pendiente de uno.

Y nada de hacerle caso a ese rebelde interno que se la pasa ladillando con sus pendejadas de siempre. Que si estas cosas siempre deben enseñarnos que no es correcto anclarse en un mundo predominantemente virtual. Que es hora de volver cara a la vieja guardia y empezar de nuevo, como lo hacían nuestros antepasados hace 10 años, con las llamadas, con los encuentros, con las visitas, con las cervezas, con las discusiones con palabras reales, con los gestos auténticos, con los besos en la mejilla y los apretones de mano. Que esta tecnología resulta muy útil para la familia y los panas que viven a varios miles de kilómetros, pero que no se justifica para personas que no viven a más de 20 Km a la redoma unas de otras. Que es hora de aprenderse uno que otro número telefónico de memoria, y que la consabida frase "es que no tengo tiempo" solo es una excusa barata para seguir anclado en ese mundo virtual detrás de un teléfono, de una laptop, o de ambos. Sinceramente, creo que ese rebelde interno se quedó en la prehistoria.Peor para él.

Así que nada. Espero unirme de nuevo a la tribu global que comparto en mi "smartphone" lo más pronto posible, y de nuevo saber cuando aquél buen amigo está saliendo para la playa, o aquella entrañable amiga amaneció con dolor de cabeza.Está claro que ni pienso irme al paseo playero, ni mucho menos llevarle una aspirina, pero lo importante es que lo sepa. Eso es, a la larga, lo atractivo de esta religión virtual: que todo se sabe. Estemos o no estemos presentes, da lo mismo y no es lo realmente importante.

Pienso en mi apreciada y estimada amiga y me doy cuenta que no sé nada de ella desde su desconexión, hace ya una semana. Debería llamarla, pero la verdad, da como fastidio buscar el número de teléfono y ponerse a hablar. Mejor espero que recapacite, y vuelva a unirse a la procesión que rinde culto a la santísima trinidad virtual. Si, sé que finalmente ella lo hará y volverá de su unplugged particular. Entonces le mandaré su respectivo pin acompañado de una carita sonriente, lo cual reflejará sin lugar a dudas,mi estado de ánimo del momento.

Yo mientras tanto, y hasta tanto vuelva al baile social del PIN, me conformaré por ahora con revisar el Twitter y, claro, con compartir toda esta habladera de paja, con mis amigos del FB....






















viernes, 19 de agosto de 2011

CRÓNICA DE UN VIAJE A PUERTO PLATA

>Pésimo planificador, eso es lo que soy y lo digo sin tapujos y sin sonrojarme. Conmigo no va eso de hacer planes 11 meses antes para ir a tal sitio, o para comprarse tal cosa. En ese sentido, como en muchos otros de mi vida, soy, para bien o para mal, un completo desastre.

Pero en este pedazo de historia que quiero compartir, la cosa de la no previsión como que resultó para bien. A ver, veamos: todo comienza con un pretendido y "planificado" (en mi mente claro y solo cuando tenía algún tiempo libre) viaje al sur del continente para observar a mi querida Vinotinto jugar lo que sería a la postre su mejor Copa América de la historia. Comencé entonces, a mentirme a mí mismo, y contra mi propia naturaleza, me puse en una de hacer planes, cronogramas de viaje, buscar hoteles, averiguar precios, estudiar distancias. Pues nada, que sólo el fútbol parece ser por ahora lo único que hace que "medio" pueda planificar algo.

Sin entrar en muchos detalles, porque no es el tema principal, basta decir que dicha "planificación" se cayó, fundamentalmente porque el viaje en cuestión estaba concebido para hacerse con varios panas, y bueno, resulta que "varios panas" resultó ser una cuerda de arrugones que uno a uno fueron colocando las más variopintas excusas para no subirse al avión, desde el "yo no voy a viajar tan lejos para ver a Venezuela perder" hasta el "dale, te aviso seguro" y el "seguro" llegó tres días antes del inicio del torneo, pasando por el sospechoso "es que allá está haciendo mucho frío". Bien bonito pues.

Pero bueno, como siempre he sido defensor hasta la exageración de la teoría de que uno no nació pegado de nadie, y dado que en mi increíble "planificación" del supuesto viaje a Argentina había conseguido que la tirana de mi jefa me concediera unos días libres, pues mantuve mi absoluta resolución de agarrar mis macundales e irme pal carajo, pero eso sí, para un "carajo" al que pudiera accesar mi limitado presupuesto y acorde con el poco tiempo que tenía de permiso. De esta manera, mi"planificador" interno volvió a ceder, resignado, el mando de la situación al irresponsable, desordenado e improvisador de siempre. Ni modo, "al que nace barrigón..."

Lo único que estaba claro era que si no se iba al frío invierno del sur, el destino tenía que ser de sol, arena y playa. De resto, todo valía. Se sacó un mapa virtual de posibles destinos, y en menos de media hora, y gracias a la gran colaboración de esos 23 añitos de pura eficiencia que tiene mi querida compañera de trabajo y colega Carmen ( te queremos),ya estaba todo listo: Puerto Plata, en República Dominicana, era el destino escogido para dedicarme una semanita a convivir conmigo mismo, bien lejos de todos y de todo.

Después de varios tiras y encoges con las agencias de viajes, después de repetir como cinco millones de veces que no quería Punta Cana sino Puerto Plata, de que no me importaba pasar tres horas de carretera desde Santo Domingo al sitio escogido, y después de soportar varios silencios compasivos cuando mencionaba que la reservación era para una sola persona, todo estuvo listo. Se pagó lo que se tuvo que pagar y se esperó el día domingo 3 de julio, día de la salida.

El viaje no comenzó bien, se debe decir, porque bueno, estamos en Venezuela y resulta que para qué salir puntual el vuelo sí se puede viajar dos horas después, mientras la desesperación te carcome porque encima, está jugando Venezuela su primer partido de Copa América contra Brasil y al pedazo de teléfono le da por no actualizar el twitter sino cuando le da la gana, mientras que la mayoría de los panas de uno que saben que estás en pleno viaje, ni se les ocurre mandarte un mensajito, porque PARA QUE??? Solo el pana Trujillo salvó la patria. Gracias bicho.

Superado el pequeño detalle de la salida y del fútbol, y dejando en claro que cuando una funcionaria de la gloriosa GNB con cara de resentida te pregunte que vas a hacer en tu destino, JAMÁS le pongas cara de felicidad y mucho menos le respondas "a beber y a rumbear", porque vas seguro a la famosa maquinita de rayos X, se llegó, después de hora y media de vuelo, al Aeropuerto de Las Américas de Santo Domingo, la tierra del merengue y del ron, pero sobre todo del ron.

Y de allí en adelante todo fluyó como tenía que fluir. Revisión y chequeo en aduana rápido y sin problemas.Una amable receptora de los 10 dólares que debes dejar por la tarjeta de turista te da la bienvenida diciéndote "otro chamo de Venezuela". Parece que somos muchos por allá, sin embargo, eso no es ápice todavía para que nos exoneren del pago de la famosa tarjetica, como si hacen con otros países que seguramente no le regalan tanto petróleo como el nuestro, en fin.

El transporte terrestre estaba puntual a la salida del aeropuerto. Una van Mercedes Benz para mí solito. Me esperaba un viaje de tres horas que cruzaría toda la isla de sur a norte. Mi intención era disfrutar este viaje y conocer por tierra todo lo posible de la isla, pero dado el retraso en la salida desde Maiquetía, solo pude aprovechar una hora de viaje con luz. El resto del viaje nos acompañó la noche. Por supuesto, que las mamás de todos los responsables del retraso supongo que no pudieron dormir esa noche por las mentadas que les daba cada vez que recordaba las dos horas atrapado en la sala de espera.

El pana de la "guagua" era un carajo joven que no paró de quejarse todo el viaje por la explotación a la que lo sometía el dueño del transporte. Y mientras más se quejaba más aceleraba, lo cual estaba comenzando a ponerme nervioso. Por supuesto que entre queja y queja el pana me recalcaba que "lo único" que lo salvaba eran las propinas de los turistas. Touché, no tenía ni dos horas en esa vaina y ya tenía que irme acostumbrando al martilleo. Bueno, ni modo.

El viaje transcurrió entre merengue, quejas y un palo de agua llegando a Puerto Plata. Al final, se llegó al hotel a golpe de 10 de la noche. Propina para el chofer y directo a la recepción. Me recibió la muy amable gente del hotel Celuisma, chequeo, cintica para la muñeca, coctel de bienvenida y música y bulla de fondo. Ducha rápida y búsqueda de comida. Ok, iba en un paquete todo incluido, pero el detalle con estos planes, es que en el hotel solo se come cuando abren los restaurantes. Y a esa hora que llegué, lo único abierto era el bar. Como pude, conseguí unos pasapalos que me mataron el hambre, jurando solemnemente a mi estómago que dicha afrenta sería convenientemente vengada en el resto de la semana. Luego, al bar, con mi cinta azul todapoderosa en la muñeca, y a beber!!!!...

Esa misma noche y sin entrar en detalles sobre la forma, bastando con decir que a ciertas latitudes este colorcito de piel resulta harto atractivo, conocí a dos buenas amigas checas y comprobé que mi inglés nivel pre pre básico machuque resulta bien para estas lides. Se pasó una buena primera noche de alcohol, inglés machucado y más alcohol, echando cuentos de países, costumbres y distancias. Con las panas checas estaba un panita dominicano que asumió con gallarda dignidad el hecho de que apareciera ese venezolano que sabía unas 100 palabras en inglés más que él (en realidad el pana no sabía ninguna) y que monopolizaba por momentos la conversación en la mesa.

Fin de la primera noche y a dormir. Al día siguiente si se pudo observar el sitio en todo su esplendor: me encontraba en el Complejo Turístico Playa Dorada, una urbanización privada de hoteles en una de las mejores playas de República Dominicana. El Complejo tiene un campo de golf en todo el medio del mismo y su correspondiente centro comercial y discoteca (Cocobongo). El 95% de los turistas son extranjeros y casi todos de Europa. No hay muchos venezolanos en esta zona (casi todos recalan en Punta Cana o en La Romana), lo cual me pareció perfecto en mi plan de desconectarme de todo.

Pasé lunes y martes tirado en esa playa interminable (medía como 7 Km) agarrando sol y bebiendo como cosaco, acompañado por las amigas checas y el pana dominicano. En la noche del lunes, en plena rumba hotelera, fuimos literalmente "obligados" a participar en el concurso "Mister Celuisma", consistente en un conjunto de varias pruebas. En fin, bien lejos de mi casa y nadie me conoce, vamos a hacer el ridículo pues. Sin entrar en mayores detalles, debo decir que quedé segundo, superado por un puertorriqueño barrigón cuyo único mérito fue tener en el público a toda su familia, los cuales claro aplaudieron mucho más duro que las panas checas y varias "señoras" irlandesas que votaron por mí. Con estas últimas si me terminé de graduar con mi inglés machucado, pues entre tanto inglés británico pude hacerme entender "algo", cuando les dije, ya con el ron en la cabeza, que la única Irlanda era la antimonárquica. Estuvieron de acuerdo, aunque las tipas eran de Irlanda del Norte.

Para el día miércoles ya mis panas habían partido (llevaban allí como 20 días, q vida tan dura) y allí si agarré tiempo para menos rumba y más descanso. Salía conocer el pueblo de Puerto Plata, así que agarre mi morral y, cual baquiano, salí del Complejo Turístico, pregunté por las guaguas al centro, y listo. Por tan solo 5 pesos ya estaba en pleno corazón de Puerto Plata, conociendo y palpando un poco más del pueblo y de su gente. Los taxis del hotel cobraban 10 dolares por el mismo trayecto. Foticos aquí y foticos allá pa el FB. Día Jueves temprano para el teleférico, esta vez en "Moto Concho" la versión dominicana de "moto taxi", y visita al Cristo Encorvado. Resto de la rutina, la misma: descansar en la playa, beber algo, baño playero y de nuevo a descansar. Nadie te molesta, nada te preocupa. Lo único preocupante, es que se te acaba la semana.

Y la semana se acabó. Cuadre del transporte de vuelta. Corte de la cintica azul, despedida de la recepción. Nuevo chequeo en el aeropuerto, sorpresa al enterarse de que la salida de Dominicana cuesta 83 DOLARES!!!!, y vuelta a la patria, otra vez, y a la rutina, otra vez.

Como anécdotas del viaje, se pueden mencionar varias: desde la gran cantidad de dominicanos que tienen familiares en Venezuela ( de cada 10 que conocí, 7 los tienen) hasta la atracción que les causa el Presidente Chávez, al cual conocen TODOS (dominicanos, checas, irlandesas, eslovacos). Mi cara de trauma cuando me decían los dominicanos que allá necesitaban alguien como el de acá de verdad creo que no era normal, pero en fin. También pude conocer a la versión eslovenia de mi pana Rasquita, verga el carajo era exacto, igual de acelerado y borracho.

Pero en fin, al final de todo, estos viajes quedan para hacer el mundo un lugar más pequeño. Lo mejor de Puerto Plata, amén de su gente, amable hasta más no poder, de sus playas y de sus calles, es que el sitio de verdad es una pequeña Babel. Conoces gente de todos lados, bebes con ellos y echas vaina con ellos. Puedes ir solo (como fue mi caso) y salir con un pocotón de gente a rumbear y echar vaina. Si vas con ánimo sólo de descansar, también es el lugar perfecto. Si eres de los que te ladilla estar metido exclusivamente en un hotel y quieres salir a conocer un poco de calle, también te sirve. Si quieres destruirte el cuerpo y el alma rumbeando hasta el amanecer, pues estás en el sitio adecuado. Creo que en el fondo, este es el secreto de Puerto Plata, que sea lo que sea que andes buscando hacer, siempre lo consigues. Nada mal, me parece.

Así que por esta vez, el irresponsable e improvisador yo interior se salió con la suya. Escogió como destino Puerto Plata y logró que ese sitio perdido en el Caribe consiguiera su lugar de honor en el baúl de los recuerdos de quien escribe. Así que el "planificador" apartado a un lado tendrá que buscar la forma de ver como repara la plana, porque por ahora, va perdiendo la partida, y por paliza además...












sábado, 30 de julio de 2011

OLAS Y ARENA...

>El silencio se hace cada vez más latente, como siempre pasa a esta misma hora. Es como una especie de energía cósmica, que poco a poco va apagando los fuegos del ruido humano, hasta sincronizarlos y convertirlos en un leve murmullo, apenas audible, apenas sensible.

El niño observa el ir y venir de las olas. Sabe que ya no puede volver a entrar a ese mar tan azul que durante horas lo acogió y lo arrulló con su incomparable ternura. Siente los ojos de sus padres justo en su espalda y sabe que cualquier intento de volver a irradiar su infantil cuerpo con las sales marinas de esa agua milagrosa, será severamente sancionado. No obstante, un dejo de esperanza se deja entrever entre sus inocentes ojos. Él sabe que llegará el día en que podrá entregarse por horas y horas a ese primer amor, sin que exista persona en el mundo que se lo pueda impedir. Solo debe esperar.

El adolescente enciende un cigarrillo. Evidentemente fuma a escondidas. Todavía presenta algunos efectos de la mediana intoxicación alcohólica que voluntariamente se ha proveído. Mira al infinito mientras piensa en ella. Tiene años conociéndola y ya es hora de que le diga lo que siente. Ese año termina el bachillerato y no puede dejarla ir sin por lo menos decirle que la ama, que siempre la ha amado y que no hay momento en que no piense en ella. Que monta en celos apenas ella le menciona el nombre del fulano novio y que hasta un poema dedicado a ella le ha escrito. Moja sus pies en la orilla y deja escapar una sonrisa. Para bien o para mal, ha decidido que será su corazón, y no su mente, el que tomará las riendas de este asunto.

El hombre de edad media camina a lo largo de la playa. Observa como el sol busca allá más tierras, como cada atardecer. Le recuerda su búsqueda personal, esa búsqueda que siempre asimiló a una simple fórmula matemática pero que la vida se ha empeñado en demostrarle que no, que no siempre dos más dos son cuatro. Se descubre un poco aterrado, sin saber a donde va, pero en el fondo de su ser sabe que todo esto no son más que tonterías. Detiene su caminata y se sienta en la arena. Sus ojos se posan fijamente en esas olas que rompen en la orilla mientras su alma le va repitiendo, una y otra vez, que ciertamente él conoce el camino a donde quiere llegar, y entiende que lo único que debe hacer es ponerse en marcha, sin importar un carajo lo que piense el resto del mundo.

El anciano sólo observa sentado con su bastón en la mano. De vez en cuando cierra los ojos para escuchar con mayor fuerza el ruido de las olas. Sabe que le queda poco tiempo. Los doctores no le han dado ningún atisbo de esperanza para su enfermedad. No la necesita tampoco. Los doctores ignoran muchas cosas. El anciano conoce su cuerpo. Él sabe que hundir sus pies descalzos en esa arena le hacen mayor bien que todas esas pastillas y tratamientos en frías y solitarias clínicas. Respira hondo y abre sus ojos. Vuelve a mirar de nuevo las aguas marinas que lo arrullaron cuando era niño. Se acerca a la orilla y vuelve a mojar sus pies como siempre lo hacía cuando era un enamorado adolescente, y comienza a caminar, con paso dificultoso, a lo largo de la playa donde tantas veces caminó en su adultez.

Y de nuevo sucede el milagro. Ese milagro mezcla de esperanza, amor, terror y fortaleza que ha sido su vida entera. El anciano vuelve a escuchar, como tantas veces lo hizo, el ruido de las mareas del atardecer que le hablan, que le dicen que todo estará bien, que todavía tiene la esperanza del futuro. Que todavía está a tiempo de que sea el corazón el que tome las riendas de este asunto, y que solo necesita ponerse en marcha en el camino que él mejor que nadie conoce.

El anciano para su caminata. Respira y sonríe, mientras observa a lo lejos a un niño mirando fijamente el ir y venir de las olas, con una mirada de esperanza que se deja entrever entre sus inocentes ojos...


OLAS Y ARENA...

martes, 26 de julio de 2011

EL ANGEL DE BURDEOS...

Héroes. ¿Quién no los ha tenido? desde aquellos de la primera infancia, habitantes permanentes de un mundo que no volverá, hasta éstos de la edad adulta, no tan sorprendentes como aquellos claro,mucho más humanos y disfrazados de futbolistas, músicos, escritores, científicos, y una larga lista de etcéteras, dependiendo de la visión de la vida y del gusto de cada quién.

También existen los héroes obligados. Aquellos que desde que entras en la primera aula de clases te los encasquetan en cuánto libro de historia tienes a la mano. Son obligados porque la idolatría no nace a modo propio, sino que te la van lentamente incluyendo en tu listado particular de héroes, hasta el punto de casi llegar a ser un traidor a la patria si uno "osa" cuestionar alguna actitud que no nos parece del susodicho en cuestión. En fin, que me dirán lo que quieran, pero yo no me trago nada parecido a que una frase como "contad con la vida, aún siendo culpables", pueda ser pronunciada por alguien que se llame héroe. Lo siento, pero dicha frase jamás fue pronunciada ni siquiera en su peor momento por Mazinger Z. Yo no puedo tener por héroe a una persona que asume solidaridades automáticas sin ni siquiera dignarse a averiguar si el pana en cuestión es culpable o inocente.

Pero en fin, a este mundo de héroes, inventados o no- ese ya es otro tema- yo quiero traer y presentar a uno de mis favoritos. Hace poco se cumplieron 126 años de su nacimiento (19 de julio) y, salvo en algún que otro lugar de este desquiciado mundo, dicha fecha pasó como si nada en los distintos calendarios y efemérides relevantes.

Su nombre: Arístides De Sousa Mendes. Nacido en un lugar conocido como Cabanas de Viriato, Portugal, un 19 de julio de 1885. Diplomático de carrera, prestó servicios para el gobierno de su país en varios puestos, hasta llegar al cargo de Cónsul. De familia adinerada, era el típico profesional con futuro brillante en su carrera.

Para echar el cuento corto, y para entender el por qué de mi admiración por este caballero, habrá que trasladarse al año 1940, a la Francia humillada y derrotada por las fuerzas nazis, las cuales avanzaban con todo su potencial bélico y odio desde el norte hacia el sur. París había sido ocupada el 14 de junio, y miles de ciudadanos huían despavoridos hacia donde pudieran, muchos de ellos judíos. En eso se llega a una ciudad: Burdeos, y a un sitio en particular: el Consulado de Portugal.

Para entonces gobernaba el país luso uno de esos tantos "autopredestinados de la historia" llamado Antonio De Oliveira Salazar. Un tipo humanitario que, para congraciarse con el asesino de Adolf Hitler, ordenó a todos los consulados portugueses en el exterior, que se abstuvieran de concederle visados entre otros especímenes, a "judíos expulsados de sus países de origen o del país del que sean ciudadanos".

Pero que vaina con los héroes vale. Que fastidiosos se ponen a veces. El Consulado de Portugal, como tantos otros consulados, se encontraba abarrotado de personas, familias enteras, mujeres, niños, ancianos, todos buscando su última oportunidad de escapar del infierno nazi. En eso entra en escena el héroe de ésta historia.

Cuentan varios testimonios, entre ellos el de uno de sus hijos, que la madrugada del 15 al 16 de junio, Arístides no pudo dormir. Escuchaba a lo lejos el ruido de las personas que abarrotaban el Consulado, y lo mortificaba el hacer o no lo correcto. Porque él sabía,como lo sabemos todos los seres humanos, lo que era lo correcto, solo que al resto de los mortales nos cuesta hacerlo porque sencillamente, es muy difícil. Esa es la diferencia entre ser o no héroe. No hay otra. Arístides no arriesgaba poca cosa: desobedecer la orden de su Presidente equivaldría a un incierto destino tanto para él como para su familia.

Parece que nuestro amigo, católico de convicción, se la pasó rezando toda la noche. Cuando amaneció, siempre según el testimonio de uno de sus hijos, parecía que había envejecido 30 años, pero en su mirada se veía la resolución tomada. Informó a todo el personal del Consulado que él otorgaría visas a todo aquel que se la pidiera. "Sí tengo que desobedecer a alguien, prefiero desobedecer a los hombres y no a Dios", fue su justificación cuando el gobierno de Lisboa le llamó la atención por desobedecer al líder máximo.

Así, nuestro héroe se dedicó, con la ayuda de sus hijos, sobrinos y del rabino de Amberes, Jacob Kruger, a expedir y firmar visados temporales de entrada a Portugal para que la gente pudiera embarcar hacia los Estados Unidos. El dictadorzuelo de entonces, jamás le perdonó esto. Lo destituyó del servicio diplomático, pero Arístides ni media bola le paro. Se trasladó a la ciudad de Bayona, y entre el 20 y 23 de junio siguió con su orgía desenfrenada de entrega de visados con el sello de cónsul que había llevado consigo desde Burdeos. El pana habrá pensado: " si me jodo, que por lo menos me jodan por bastante".

El Gobierno de Lisboa le ordenó que se reportara de manera inmediata a la ciudad. Arístides obedeció, pero en el transcurso del viaje de retorno, se dedicó a sellar pasaportes de todo refugiado que encontrara en el camino, e incluso tuvo tiempo para una más: como las comunicaciones en ese entonces distaban mucho del BB y del twitter actuales, Arístides se las arregló para dirigir a una multitud hacia una casilla aduanal española que no había sido avisada de la orden de no dejar pasar a los visados del cónsul rebelde, y cruzó con ellos la frontera española, rumbo a Portugal.

El resto es historia. Nuestro héroe fue obligado a renunciar a su cargo y a todos sus beneficios. Jamás pudo conseguir otro empleo, porque también le quitaron su licencia de abogado, y nunca le fue pagada ninguna indemnización. Terminó sus días en la pobreza, totalmente aislado e ignorado hasta por sus vecinos, quienes no le hablaban por miedo a represalias, comiendo y viviendo de la caridad de la comunidad hebrea de Lisboa, que lo ayudaron con su familia, compuesta por 14 hijos. Murió en la más absoluta miseria, el 3 de abril de 1954, en un hospital de los franciscanos, enterrado solo con una túnica.

Con su actitud rebelde, con el respeto a sus más profundas convicciones, y con verdaderos huevos, este señor fue el responsable de haber salvado por lo menos 30.000 vidas, dado que ése fue el número de visas que emitió, mucho más que las que salvó el también héroe Oscar Schindler (el de la famosa lista). Pero, cosas de la vida vale, al final de la guerra, el dictador Salazar fue felicitado y condecorado por "haber ayudado a salvar a muchos refugiados".

Solo a partir de 1966, su nombre comienza a ser reivindicado. La Organización hebrea Yad Bashem le da el título de "Justo entre las Naciones", el más alto honor que recibe una persona extranjera en Israel. Solo es en 1987 cuando su propio gobierno lo condecora con la Orden de la Libertad y pide disculpas públicas a su familia.

Arístides nunca manifestó ningún remordimiento por lo que había hecho. A él se le atribuye la frase, en plena época de miseria: "si muchos judíos sufren por un cristiano, entonces un cristiano puede sufrir por muchos judíos". En esa frase se resume, sin lugar a dudas, la grandeza de este hombre.

En el año 2007, fue realizada una encuesta en Portugal sobre los 10 hombres más grandes que hayan nacido en esa tierra. Curiosamente, Arístides no quedó primero. Fue el tercero de la lista, que encabezó, ¿adivinan? Antonio Salazar!!!!...definitivamente, como dice una conocida canción: "lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida".

Y lo hermoso le costó la vida a "El Angel de Burdeos", pero solo su vida material claro está, porque sus principios y valores jamás le pudieron ser arrancados, ni siquiera en la hora en que tuvo que decidir entre su futuro personal, su carrera y su familia, y la suerte y las vidas de 30.000 desconocidos. No lo dudó ni un solo instante, y he allí donde radica todo su heroísmo, porque como bien dice el Talmud: " el que salva una vida, salva al mundo entero".

Héroe, sin disparar un tiro, sin grandes batallas, sin grandes alharacas ni majestuosos desfiles, solo armado con un sello y con la integridad de un hombre que jamás se vendió. Héroe de verdad verdad: ARISTIDES DE SOUSA MENDES...







domingo, 24 de julio de 2011

EL VERDADERO TRIUNFO...

Termina la Copa América Argentina 2011 y la selección venezolana redondea el mayor triunfo de su escasa historia futbolística. Un triunfo que ha costado realmente "sangre, sudor y lágrimas", parafraseando a aquel Primer Ministro británico que en enhorabuena decidió luchar hasta el exterminio contra uno de los tantos dementes que de cuando en cuando asoman su cabeza por este confuso mundo.

Pero que nadie se equivoque. El triunfo de la Vinotinto no pasa de ninguna manera por haber dejado en cero al pentacampeón mundial Brasil, a pesar de de que todas las apuestas apuntaban a una fácil victoria de la verdeamarela, con su astro Neymar a la cabeza. Ese empate, logrado ante un fútbol que se ha cansado de humillarnos, tanto en la cancha como fuera de ella (es a un brasileño llamado Joao Saldanha, antiguo dirigente de la Confederación Brasileña a quien se le atribuye la frase "el fútbol venezolano es un chiste") si bien fue un golpe a la historia, no es ni de lejos el mayor triunfo de la Selección, ni siquiera por el hecho de que el verdadero "chiste" en la cancha viniera del país que vio nacer a Pelé, Garrincha y compañía.

Mucho menos se vaya a pensar en el triunfo logrado ante Ecuador. Si, ciertamente el funcionamiento ese día de la selección fue de otro mundo. Se le pasó por encima a un equipo que ha jugado dos de los tres últimos mundiales y que tiene jugadores realmente consolidados en las mejores ligas del mundo. Un país cuya prensa llegó a titular en alguna ocasión, ante el justo reclamo del profe Richard Páez por las pésimas condiciones del estadio de Quito donde se jugaría el primer juego de las eliminatorias, la frase: "vinieron como argentinos, que se vayan como venezolanos". Y como venezolanos nos fuimos entonces, como nos fuimos en esta ocasión, con sendos triunfos 1-0.

Tampoco se crea que fue el empate in extremis logrado ante Paraguay en el tercer juego. Es verdad, los guaraníes son una selección mundialista y representan un fútbol que históricamente le ha hecho mucho daño a Venezuela. Y aunque ciertamente ha sido Paraguay la encargada de terminar con las esperanzas venezolanas en los dos últimos procesos clasificatorios a la Copa Mundial, celebrando con mucha efusión dicho sea de paso, no fue esa hombrada a punta de puros huevos en los últimos dos minutos para mantener el invicto de la Selección el mayor triunfo vinotinto. Ni siquiera porque el gol de Grendy Perozo haya sido uno de los goles más gritado en la historia de esta Tierra de Gracia.

Chile? que se puede decir de este partido. Para muchos aquí se consiguió el mayor triunfo del seleccionado patrio. Pero no, no estoy de acuerdo. Cierto, en esos días el fútbol de este país fue realmente menospreciado por nuestros "hermanos" araucanos. Para ellos no importó que Venezuela en cuatro de los últimos seis juegos oficiales les haya sacado puntos. Tampoco tomaron la previsión de practicar tiros penales en la Copa América más pareja de toda la historia, ni disimularon su alegría por haber quedado cuadrados con Venezuela en cuartos. Ciertamente, los goles de Vizcarrondo y Cichero fueron una verdadera bofetada a la soberbia y al desprecio de un fútbol que, a pesar de llevarnos más de 60 años de ventaja, muestra en sus vitrinas los mismos trofeos que el nuestro.

Pero tampoco ese juego contra los chilenos fue el mayor triunfo de nuestra selección. De allí en adelante, vino la semifinal de lo imposible contra Paraguay otra vez, donde se cayó de la única forma que se podía caer: en series de penalties. Ya el juego contra Perú es parte de la anécdota.

Todo lo referenciado en esta Copa América sirve para poner en contexto el verdadero triunfo de la Selección, logrado ante el mayor rival que siempre tuvo la Vinotinto, y que ciertamente no son ni Argentina ni Brasil ni el resto de países con quien compartimos tierra continental. Ese rival, tan acérrimo como casi inconquistable por años, ha sido el propio pueblo venezolano.

Si, los mismos venezolanos, quienes con su apatía, su falta de apoyo y hasta su desprecio por momentos se convertían en el peor enemigo de todos esos jugadores que por años sudaban y daban el todo por el todo en el terreno por defender los colores de un país que sencillamente les daba la espalda. Todavía se recuerdan aquellos juegos en estadios nacionales donde Venezuela siempre era visitante. En mi caso particular recuerdo un Venezuela-Uruguay de eliminatorias en el Brígido Iriarte donde toda la tribuna popular estaba ataviada con la celeste. Increíble.

Que esta selección haya podido por fin vencer esa apatía y esa falta de apoyo, y por el contrario, haya podido unificar por semanas a un pueblo dividido por tonterías políticas, que la gente se haya agolpado en plazas y sitios públicos de todo el país para seguir a su selección, que la camisa vinotinto se haya absolutamente agotado en todos los comercios formales e informales, que los ruidos por la celebración de los goles venezolanos retumbaran como nunca antes, que las calles se trancaran en caravanas de pura euforia y orgullo e incluso que hasta las damas comenten lo atractivo que les resultan algunos jugadores venezolanos, se convierten en pruebas palpables de que sí, ciertamente algo ha cambiado.

Y es que de verdad, resultó altamente gratificante observar como amistades muy cercanas que hasta ayer ni se enteraban de cuando jugaba la Vinotinto, se convirtieran en los fanáticos más recalcitrantes de los colores nacionales. Las muestras de apoyo se observaron en todas partes, incluso en la hora amarga de la derrota en semifinales, derrota que no fue tal, porque el solo hecho de observar a 28 millones de almas llorando y mentando a la mamá de todos los jugadores paraguayos y del árbitro mexicano es algo que no puede considerarse derrota para el fútbol venezolano ni para la Nación en general. Celebramos juntos y lloramos juntos, pero TODOS JUNTOS. Eso es un triunfo, ese es el verdadero triunfo de este seleccionado.

Porque en el fútbol, como en la vida, se puede ganar o perder. Son cosas que pasan, pero unir 28 millones de personas en una sola voz, en un solo color y en un solo sentimiento, es un triunfo histórico, es algo extraordinario por lo que vale la pena brindar una y mil veces...

Pero eso sí, brindando con el mejor vinotinto que hay: El Vinotinto de Venezuela!!!!....

viernes, 22 de julio de 2011

ADDENDUM PARA MARIANA

A ver Mariana, muchas cosas han pasado de un tiempo para acá desde la última vez que te escribí. Demás está decirte que has crecido un poco más, que ya te salieron par de dientes tanto arriba como abajo de tu hermosa boquita. Que ya dices clarito "tío" y sabes la diferencia entre una moto y una bicicleta.
Otras cosas han pasado a tu alrededor. Debo decirte que ya por un período de tiempo se acabaron los viernes en casa de la abuela para comer "pita", como tú llamas a las sabrosas arepas que con tanto cariño Doña Rosa te prepara. También notarás que no verás tan seguido al "primo" ni que ya entrarás con tanta frecuencia al cuarto de tu tío para tumbarle al piso todos los libros de su repisa, mientras dibujas en tu rostro la más hermosa de las sonrisas.
Pero no, mi querida niña, no te asustes ni me abras tus despiertos ojitos de esa forma que lo haces. No te hemos cambiado por nadie, ni tampoco nos vamos a ningun planeta amarillo mas allá del arcoiris. Nada de eso.
Pero tú si partes mi querida niña. Cosas de la vida, tu papá, que siempre velará por tí y hará todo lo posible (y también lo imposible) por el bienestar de tu mami y el tuyo, tiene que irse a trabajar a otro lugar, un poco más lejos que los 10 o 15 minutos que usualmente nos separaban en carro. Por eso Mariana, es que ya no verás tan seguido como antes a "buelo", ni pelearás tan seguido con tu primito Daniel por los juguetes.
Pero no te preocupes mi niña. Vas a un buen lugar, donde seguro conocerás muchos amigos y gente que te cuidarán y te harán reir como lo hacen tus primos y tus tíos. Verás Mariana, ve aprendiendo desde ahora, que en la vida siempre se debe buscar sumar, y nunca restar. En tu caso, tú no restas familiares, seguramente sumarás más personas que te quieran y te consientan como lo hacemos aquí en casa. Eso sí, lamento decirte que en cuanto a las "pitas" allí no habrá nada que sumar, las mejores solo las podrás comer en casa de tu abuela. No todo puede ser perfecto en la vida.
De todas formas, y como de manera inevitable pasará algún tiempo sin vernos, debo recordarte algunas cosas que ya te dije con anterioridad, que aunque sé que siempre las tendrás presentes, siempre se hace bueno recordarlas, sobre todo ahora, que vas a un lugar donde es posible que se te puedan pasar por alto algunas.
Recuerda siempre a tu tierra Mariana, y nunca olvides de donde vienes. Aunque te sientas tentada por momentos, no dejes de aprender tu lengua materna y hablala con tus padres en tu casa. Es la lengua de tus abuelos, de tus tíos y de tus primos, y una de las cosas que siempre te mantendrá unida con tu familia y con tus raíces.
Ya sabes que debes ser una buena estudiante. Aprende del mundo y de sus leyendas. Aprecia y respeta siempre las costumbres de los demás, aunque no las entiendas. Ama el sitio donde vives y hazte parte de él, y nunca desprecies o hables mal del lugar que tú llamas hogar. Defiendelo con puños y dientes y no permitas que nadie lo humille o lo menosprecie.
Conserva los valores de tu familia. Cree en Dios, porque él es el Amor y de esa fuente es que tú provienes. Cuestiona el mundo todo lo que quieras, pero jamás caigas en el lugar común de pensar que todo este peo se originó por un simple Bing Bang. Cree en la trascendencia del ser humano y vive en función de ello mi querida sobrina. Alejate de los interesados y de los hipócritas. Acercate a las personas simples y sinceras. Viaja todo lo que puedas, sola o acompañada. Observa el atardecer en la playa y escucha bien el sonido de las olas a esa hora. Te llevará a sitios inimaginados.
Perdona. Siempre perdona. No humilles ni ofendas al que menos tiene. Llora cuando tengas ganas y hazlo con todas tus fuerzas. Escoge tus batallas. No pierdas el tiempo odiando a alguien. Aprecia las diferencias y busca comodidad en la diversidad, sea religiosa, política, económica o racial. Enamorate, despechate y vuelve a enamorarte. Busca a quien de verdad te aprecie y te respete, y recuerda que todos merecen una oportunidad. No permitas nunca que la soledad se acostumbre a tí, disfrutala un tiempo, pero no te cases con ella. Escucha toda la música que puedas y aprende a caminar con ritmo. Mira a los ojos a las personas y descubre su verdadero valor en una mirada sincera.
Haz amigos, muchos amigos. Buscalos de todas las formas y gustos posibles. Aprende de ellos, aprende con ellos. No permitas que se te vayan, no los pierdas nunca. Da limosnas, nunca te des el lujo de vivir en una búrbuja. Vuela todo lo que quieras, pero siempre vuelve a pisar tierra. Ten compasión de la gente que carece de todo. No conviertas tu hermoso corazón en una piedra. No malgastes ni derroches nada. Cuida el ambiente. Aprende a respirar y a contar hasta 100.
Recuerda siempre a tu familia. Llama a tus abuelos siempre. Enamorate de tu país de nacimiento y trata de entender su mentalidad. Nunca reniegues de tus orígenes y no permitas que nadie te obligue a hacerlo. Sé buena mi Mariana, muy buena. Tienes de donde aprender porque tu madre es de las mujeres más hermosas que puedas conocer en tu vida, aunque seguramente esto ya lo sabes.
Y finalmente mi niña, acuerdate de mí siempre. De ese tío loco que lo único que hace es escribirte cartas cuando ni siquiera se te pasa por la mente aprender a leer todavía. De ese tío medio senil que se la pasa diciendo que ya te conocía incluso antes de que fueras concebida. Guarda un pedacito de tu corazón para mí, el más pequeño no importa, y sonríeme, sonríeme siempre como lo hiciste hoy cuando nos despedimos por un tiempito nada más, y haz que las lágrimas que hoy se me escapan por tu partida, se conviertan mañana en lágrimas de satisfacción y orgullo por la clase de mujer en la que seguro te convertirás.
DIOS TE BENDIGA MARIANA ISABEL, UNA Y MIL VECES....

viernes, 6 de mayo de 2011

DIA DE LA MADRE

Ya está aquí. Como todos los años, el segundo domingo de mayo es el día escogido, vaya usted a saber por quien, para homenajear de alguna u otra forma a ese ser tan especial, tan maravilloso, que durante la bicoca de nueve meses promedio nos llevó en su milagroso vientre, y que a partir de entonces no ha dejado de cuidarnos, alimentarnos, vestirnos, regañarnos y lo más importante, amarnos, como nadie en esta vida (ni en la próxima) lo hará nunca.

Pero sinceramente, y tirándome una de aguafiestas, yo no estoy de acuerdo con semejante fecha, o mejor dicho, de verdad nunca me he sentido aludido por ella. Antes de que algún distraído lector comience por sospechar que yo formo parte de esa desdichada lista de niños "desmadrados" que no tuvieron la fortuna de tener en su vida y a su lado a esa persona tan especial que hasta la mierda nos limpiaba, debo dejar en claro que al contrario, más bien tuve la fortuna de disfrutar de todas las atenciones propias de esa extraña relación, donde por lo general sólo una de las partes entrega todo lo que puede, mientras que la otra solo se limita a pedir y pedir. Paradoja no muy común en los seres humanos, donde el gran promedio no mueve un dedo si el otro no le ha regalado, como mínimo, el sistema solar completo.

Pero en fin, volviendo al punto, no estoy de acuerdo con ese día por múltiples razones, pero la que tiene mayor peso en mi catálogo de terquedades, es la que pasa por la denominación de la fecha: "Día de la madre", porque para ser sinceros, ¿quien de verdad en esta vida ha tenido una "madre"? yo no, por supuesto, de hecho, puedo decir con absoluta propiedad que yo nunca tuve "madre". Desde que tengo uso de razón, yo lo que tengo es "MAMÁ". Así, en mayúscula, "MAMÁ".

Y no es un simple tecnicismo de términos. No para mí. Comenzando desde que uno es una pequeña y diminuta criatura que se babea cada dos por tres, de vaina puede dar tres pasos sin caerse y lo único productivo que hace lo deja a cada rato en ese compasivo e ingenioso invento que llamamos pañal. Desde ese mismo momento ya nuestro cerebro es capaz de discernir la diferencia. Yo nunca pude articular la palabra "madre", de vaina podía decir era "MAMÁ". Y así fué que se quedó Doña Rosa, para el resto de mi existencia, gústele a quien le guste.

Y de esa "MAMÁ" es que yo vengo a hablar hoy. De Doña Rosa se pueden decir muchas cosas. Lo primero y principal, y muy original, es decir que ella es la mejor "MAMÁ" del mundo. Pero eso es lo mismo que por lo general, millones y millones de seres alrededor del planeta dicen, así que no vale la pena ahondar en esto. Entonces, me atreveré a hablar de otras cosas.

"MAMÁ" nació en un hogar de clase humilde pero digno en Barcelona, Estado Anzóategui, un 13 de enero de 1945. Es la tercera de una catajarra de hermanos. Hija de una orgullosa descendiente de canaria, y de un altísimo (aunque esa estatura no la heredamos) descendiente de indio de acá, su vida de niña tranquila sufrió una transformación de 180º grados cuando el Chivúo de allá arriba decidió que necesitaba los diligentes servicios de su señor padre, mi abuelo Juan Rafael. Once años tenía "MAMÁ" cuando de un solo golpe, se quedó sin papá, sin ingresos para la casa y con una familia numerosa a la cual había que alimentar.

"MAMÁ" como una de las mayores, tuvo entonces que dejar la escuela, ponerse zapatos altos y "salir a buscar el pan de la casa" cuando su único deber en realidad era jugar y divertirse, como lo hacen todas las niñas de su edad. Pero desde entonces, ya esa niña mostraba el carácter que indudablemente, la ayudaría a enfrentarse con éxito a todas las difíciles pruebas que la vida le pondría adelante. Y es que "MAMÁ" hizo todo lo que su educación y decencia le permitió. Sin ningún tipo de complejos, porque como siempre dice, "el trabajo nunca es una verguenza, verguenza es el flojo", limpió casas, sirvió mesas, asistió e hizo café a médicos, abogados, planchó camisas para extraños, se mudó a la capital muy joven, se hizo independiente, aprendió a luchar, vió a la pobreza de frente y no le rehuyó la mirada, la plantó pelea y nunca se dejó carajear por la misma.

Y tanto dió, que al final la niñita flaquita venida de Oriente pudo establecer su familia. Se consiguió a ese estudiante de derecho negrito con afro y bien feíto, que la llevaba a bailar un sitio donde el mismo carajo que atendía la puerta, era el mesonero, el que ponía la música y el que servía los tragos. Sin embargo, ella se enamoró, ni modo, a pesar de la mala cara que desde el pueblo le ponía mi orgullosa abuela, descendiente de canarios, no muy convencida de que sus futuros nietos salieran con ese cabello tan malo. Se convirtió en "MAMÁ" de cinco carajitos, de todos los colores y tipos de cabellos, uno más ladilla que otro, y así empezó la historía como "MAMÁ" de Doña Rosa.

Y fue una "MAMÁ" estricta, pero llena de amor hacia sus vástagos. En la casa era la gerente, sin discusión. Llevó el mando con una eficacia que ni los egresados del IESA, porque eso de criar cinco carajitos mientras el esposo estaba en una oficina todo el día no debe ser nada fácil. No obstante, nunca faltó la comida, nunca el vestido, nunca la atención médica, nunca el cariño, al lado de los inevitables regaños y uno que otro cuerazo, de esos que siempre hacen falta.

Y comenzó entonces la historia de las salsas boloñas, de la obsesión por la limpieza, de los regaños a grito partido, de las amanecidas durante las fiebres, de los besos de consuelo después de las inyecciones, de las sonrisas con las buenas notas de la boleta y de los regaños cuando no eran tan buenas. De las camisas del colegio planchadas y de los regalos de cumpleaños.Y en todo sacó las notas más altas, ella, la niña que nunca pudo llegar a quinto grado de primaria, pasó con honores la crianza y la educación de cinco, CINCO carajitos.

Luego los hijos le crecieron, y "MAMÁ" ya no tenía tareas que corregir, regaños que pegar para que se durmieran porque mañana había colegio, ni pediatras que consultar porque los niños tenían fiebre. Entró entonces en esa etapa donde sólo queda guardar silencio ante los problemas de sus hijos y vivirlos con ellos, siempre dispuesta, como no, a entregar la vida si fuera necesario por su cría, aunque nadie le pidiera tamaño sacrificio claro.

Y entonces le llegaron los nietos. Uno tras otro, hasta tener hoy cinco. "MAMÁ" tuvo que reactivarse porque el papel de abuela en estos tiempos es mucho más activo que el de tiempos pretéritos. Asume su rol de abuela como asume todo en la vida: con carácter. No es siempre la típica abuela consentidora, de hecho los dos nietos mayores, ya casi adolescentes, más de una vez se llevan su tradicional dosis de regaño, pero nadie podrá decir que "MAMÁ" no ama a sus nietos con todo su corazón, y que los alcahuetea como nunca lo hizo con ninguno de nosotros.

Al lado de todo esto, esa vida que siempre fue tan dura con ella, le recuerda constantemente que no debe bajar la guardia. Una diábetes controlada le recuerda día tras día lo frágiles que somos los seres humanos, a pesar de todos los triunfos que se puedan conseguir en la vida. Pero "MAMÁ" la lleva con toda la dignidad que heredó de mi abuela Carmen, la orgullosa descendiente de canarios, y esa diábetes sabe, desde ya hace mucho tiempo, que no tiene un rival fácil en Doña Rosa.

Pero lo que sí resulta fácil es escribir y escribir sobre "MAMÁ", tanto que casi podría pasar todo el día recordando chistes y anécdotas de mi vieja. Escribir por ejemplo, que adora ver Televisión Española y que le encanta España y su Rey-deben ser los genes de la Abuela Carmen-; o que le gusta jugar Bingo y que ahora sufre enormemente porque se los cerraron. También que le encanta el pescado y por supuesto, que es fanática hasta llegar a la depresión del Magallanes. También que se ríe a sabrosas carcajadas viendo cuánto programa de talk show mayamero consigue en el cable y que nunca comerá arroz chino. Que la Selección de Nacional de fútbol no se llama Venezuela sino "Vinotinto", y que su bandera es y será siempre de siete estrellas. Y adeca claro, adeca hasta la muerte.

Enseñanzas de "MAMÁ"? mis hermanos tendrán muchas otras, pero en mi caso particular, la valentía ante los problemas de la vida. Ella me enseñó que el hecho de ser pobre materialmente no significa que la pobreza deba invadir tu alma y tu carácter. Por el solo hecho de haber visto la pobreza de frente, mi "MAMÁ" tiene toda la moral para decir a viva voz que no puede entender el resentimiento que se ve actualmente por estos lados. Desprecia a morir a cualquiera que se haga la víctima y culpe a los demás por ser pobre, y desprecia aún más a todos aquellos que utilizan la pobreza para manipular a la gente. "Pobreza no es razón para ser bruto" filosofa de vez en cuando la flaquita niña que no fue nunca a la Universidad de las ciencias, pero que tiene un Master en la de la Vida, la que cuenta.

Y uno sabe, por lo menos en mi caso, que el estado de cuenta debido a Doña Rosa es de verdad impagable. Que no bastarán ni siquiera tres vidas para poder cumplir con tantas noches en vela, con tantos cariños y enseñanzas, con tantos remedios dados y con tantos pastichos y asados preparados. ¿Como se paga una entrega así? ni siquiera hago el intento de averiguarlo, no hay forma. Menos un solo domingo al año. No caben los domingos de mayo en mi vida para poder saldar tan enorme deuda.

Y es que en definitiva, sea segundo domingo de mayo o no, sea en esta vida o en la otra, ella sera la que siempre te esperara, y sin importar la hora, alli estara tu cena...




lunes, 18 de abril de 2011

VISA PARA UN SUEÑO...

Mirando un poco (un poco bastante en realidad) hacia atrás, a la época en que uno era un adolescente, puedo recordar que sonaba mucho en las fiestas, y de hecho, todavía suena, un pegajoso merengue del para entonces (ya el solista trascendió al conjunto) grupo dominicano 4:40, titulado "Visa para un Sueño". Palabras más, palabras menos, la canción versa sobre las peripecias que debían pasar los dominicanos para conseguir "la gracia" de una visa para buscar mejores rumbos en tierras lejanas, rumbos que les eran evidentemente negados en su propia tierra.

Claro, para ese entonces, uno como venezolano veía esas cosas exactamente como lo que era, una simple canción para pulir la hebilla (los que lo hacían, yo en realidad, pisaba cuanto pie cometía el atrevimiento de bailar conmigo) en cualquier desorden o bochinche de matrimonio, de graduación, o de verbena. Si alguien por casualidad dejaba de lado las vueltas y el "maraqueo" inherente a nuestra particular forma de bailar y se ponía a pararle algo a la letra, se encontraba entonces con el drama de una sociedad lejana, de carencias mucho más pronunciadas que las nuestras, con una crisis de sociedad tan grave, que sus nacionales se veían empujados a irse a otro país a pasar trabajo, frío, discriminación y cuanta situación tiene que vivir alguien que decide intentar insertarse en otra sociedad motivado por una única y fundamental razón: la necesidad.

En cambio, de este lado de la canción, los venezolanos estaban muy lejos de semejante necesidad. Al contrario, siempre fuimos un país que recibía inmigrantes. Primero fue la oleada de españoles, italianos y portugueses que huían de la guerra y de la miseria de sus países y encontraron en esta tierra todo lo que su sitio de nacimiento les negó, pasando por los de latitudes más cercanas que, atraídos por el boom petrolero y la abundancia de los años setenta, y finalizando con otros más al sur que huían de las brutales dictaduras que azotaban esa parte del continente, todos sin excepción encontraron en esta tierra la puerta abierta, sin miedo ni recelo de ningún tipo. Los venezolanos en cambio, si hacíamos cola para visas, era sólo por mera necesidad turística. Míster, déme una visa que voy a gastarme unos 15.000 dolares en Miami. Demás está decir que obtener una visa para el Norte, en esa época, era un tiro al piso.

Y es que el venezolano no era de estar probando rumbos en otros lados. Claro que toda regla tiene su excepción, pero los venezolanos que viajaban a otras latitudes, si no era por el mero placer turístico, lo hacían con una beca educativa bajo el brazo, la cual una vez finalizada traía de vuelta a casa a esos destacados hijos con conocimientos científicos listos para aplicarlos en beneficio de su gente. Porque en ninguna cabeza cabía que el venezolano tenía necesidad de emigrar, con este país que nos gastamos, bendecido (eso dicen) de manera casi sobrenatural por todos lados.

Y no es que nunca el país haya estado en crisis. Desde que tengo uso de razón vivimos en una crisis económica, pero de verdad yo nunca ví ningún éxodo masivo de venezolanos, ni observé las embajadas de otros países atestada de tantos connacionales buscando quien sabe qué. Repito, eso era cuestión de colombianos, ecuatorianos, peruanos, dominicanos y vaya usted a saber que más, pero no nosotros. Nosotros recibíamos, nosotros eramos el destino, no el punto de partida.

Tristemente todo eso ha cambiado, y para peor me parece. Hoy nuestros puertos ya no se atestan de ciudadanos de otras partes del mundo queriendo intentar un nuevo comienzo bajo esta contradictoria tierra. Hoy los que se atestan de gente son los aeropuertos y las embajadas, pero de otros países, recibiendo miles de solicitudes de venezolanos desesperados por irse del país que los vio nacer. En otras palabras, de un tiempo para acá, pasamos de ser un país que recibía inmigrantes a un país que los despide. Es un fenómeno que parece incrementarse con el paso del tiempo y que por supuesto tendrá las más claras y lógicas explicaciones de la gente que sabe de estas cosas.

Pero yo, que no sé casi nada de nada, no puedo salir de mi perplejidad de cómo ha cambiado la sociedad donde yo nací. Reflexiono un poco sobre el asunto y de verdad, es increíble la cantidad de amigos y conocidos que hoy hacen vida en otras latitudes, empujados por las más diversas razones, pero lo cierto es que esas personas, que crecieron y estudiaron conmigo, en la cuadra, en el colegio, en la universidad, de un día para otro, y casi sin aviso, hoy hacen vida en otros cielos, bien lejos del lugar donde por derecho de sangre, ellos deberían estar jodiendo la paciencia.

Entonces recuerdo a mi buen amigo de la infancia montado por allá en Seattle, entregando sus grandes conocimientos de fútbol a unos niños que solo piensan en "soccer"; o viene a la memoria un adolescente amor platónico la cual desde ya no sé cuanto tiempo vive en Miami, o mi entrañable amiga de la Universidad pasando el frío parejo en Minnesota luchando por los inmigrantes; ni que decir de mi querida amiga también universitaria dando tanto cariño y bondad por las calles de Madrid; o aquel" ratón de muelle" con quien se disfrutaron tantas peas, dando coñazos en Barcelona; también la atractiva compañera y pana del postgrado repartiendo belleza por Mexico; al igual que mi estimada, talentosa y siempre recordada abogada en Alicante, y ni hablar de mi siempre extrañada alemana maracucha, ahora respirando los aires de Trinidad.

Eso por mencionar a los que de una u otra forma, en momentos y lugares distintos, han estado un poco más cerca del resto. Pero también están todos aquellos compañeros del colegio, de la Universidad, de la vida, todos repartidos por el mundo, sin ninguna esperanza cierta de volver algún día. De hecho, todos asentandóse cada vez más en el lugar elegido para un nuevo comienzo.

Sin embargo, y como todo ser humano, uno no aprende en cabeza ajena. No. No obstante todo ese incremento de ciudadanos venezolanos llenando visas de residencia, de trabajo o de lo que sea en cualquier embajada de cualquier país, no es hasta que ese fenómeno toca a la puerta de tu casa cuando de verdad, comienzas a pararle realmente bolas al asuntico ése de las familias separadas, de los hermanos distanciados y de los corazones destrozados. Como bien lo expreso Martín Niemoller en su famoso poema: "..primero vinieron por los judíos, pero como yo no lo era, no dije nada...".

Pero es solo cuando te tocan a los seres queridos, a los seres que tú nunca piensan que se irán más lejos que 10 minutos en carro, o bueno dos horas si se está en el tráfico caraqueño, cuando uno sí arma el alboroto. Es así, ahora es que uno se coloca en el pellejo de tantas y tantas familias que llorosas, se abrazan a sus familiares en aeropuertos y despedidas y se juran que nunca se olvidarán, que no se van tan lejos, que no es para tanto, "que están a solo 9 horas de avión".

El día de hoy, una persona muy especial para mí está pasando por ese drama. Así, casi sin aviso y sin protesto, se queda sin una hermana y sin un sobrino al cual adora y por el cual ella daría su vida. Sus padres, unos señores de lucha y progreso, de un día para otro se quedan sin una hija y sin un nieto al cual ver y consentir todos los días de su vida, como debe ser, como tiene que ser. Y un país se queda sin otro valioso futuro, valga decir. Claro que siempre estará el Skype, el Facebook, los aviones y las vacaciones, pero coño de la madre, no es lo mismo, no puede ser lo mismo. El cariño, el calor de hogar, la querencia y la pertenencia no se transmite por un mensaje de muro en FB.

Su caso no es el único. Dentro de unos cuantos meses, será mi propia familia la que tenga que despedirse, abrazarse y jurarse que no es para tanto, que no se está tan lejos, y que siempre se podrá tomar un avión de aquí pa allá, y de allá pa acá. Entonces serán mis viejos los que verán a su hija y a su nieta partir, serán mis hermanos y yo los que de repente, ya no tendremos a esa hermanita tan cerca como siempre tuvo que estar, ni tampoco a esa belleza de bebé que es nuestra sobrina mas pequeña, repartiendo alegría a donde quiera que llega. Así como a mi persona especial en el día de hoy, nos tocará ingresar en las estadísticas y decir, a partir de ahora, que tenemos un sitio donde llegar fuera del país, como inútil consuelo a una separación tan dolorosa, como si en esos sitios no existieran hoteles.

Y nadie discute que estos cambios sean para bien. De hecho, estoy convencido, tanto en el caso que esa persona especial está pasando hoy, como el que yo tendré que sufrir en el corto plazo, que dentro de todo, es lo mejor que puede pasarle a nuestra familia que se va. Hoy por hoy, van a un mejor país, aunque duela decirlo, donde nuestros pequeños sobrinos podrán crecer con más esperanzas que acá, donde la gente está más pendiente de salir adelante a través de su trabajo y no a través de una ideología, y donde se facilita el progreso y no se obstaculiza. Claro, pero todo lo anterior, no alcanza a llenar el hueco en el corazón que la ausencia del ser o de los seres queridos deja, eso es seguro.

Porque, como entiende Doña Lourdes eso? como entiende que ya no tendrá todos los días a su nieto corriendo por los pasillos de su casa? Como entenderá Doña Rosa que su nietecita ya no le bailará todos los viernes y le sonreirá cuando le ofrezca la masita de arepa? ¿Como entienden los hermanos que falta una jugadora para armar la echadera de vaina de siempre? ¿Como entiende un país y una sociedad tan necesitado de talento la fuga de sus mejores ciudadanos?

Mientras escribo esto, esa persona especial debe estar con el corazón chiquito, despidiendo a la familia que se va. Ella sabe que tiene todo mi apoyo y mi hombro por si quiere llorar, así como yo estoy seguro que tendré el suyo cuando al que se le ague el guarapo sea a mí. Y es que así somos los de acá, jodedores por siempre y a todo buscandole el lado positivo, aunque por los momentos no lo consigamos. Ni modo, somos desierto, selva, nieve y volcán, y siempre se saldrá adelante, como saldrán adelante los que ahora se van, porque la marca de nacimiento no se borra ni con los -20 grados de invierno que puedan hacer en Montreal en pleno invierno.

Lo dramático de la cuestión es que esa persona especial y yo no somos casos aislados. Lo doloroso es que esas escenas se van repitiendo y repitiendo todos los días. Las embajadas siguen recibiendo innumerables peticiones, papeles y documentos. Se está a la búsqueda del antepasado, del futuro esposo, del enamorado, de quien sea, que pueda dar la visa para un sueño. Algunos lo logran, otros no han podido, pero en eso están. No quiero ya imaginarme quien será el próximo o la próxima, pero lo cierto es que ya no quiero despedir a más nadie, no me interesa donde llegar en otros países, insisto, allá hay hoteles.

Y mientras todo esto pasa, una sociedad indiferente ve a sus ciudadanos partir, una Patria dolida llora a sus hijos que tal vez nunca volverán, como no sea de turistas, y unas madres y abuelas se quedan sin hijos ni nietos que consentir, en el doloroso trance de una Nación a la cual le han saqueado todo, hasta su propio futuro. O es que todos esos niños que se van no eran también el futuro de este país?

Mientras tanto, solo queda la despedida, decir que es un hasta luego, llorar todo lo que haya que llorar, dejar que el tiempo, que todo lo cura, haga su trabajo, y guardar a tu familia en el sitio más seguro del mundo, tu propio corazón, el que a fin de cuentas, y sin importar los kilómetros, guarda los recuerdos más queridos...

Porque para eso no hace falta una foto dos por cuatro, ni tampoco visa para un sueño...






"BUSCANDO VISA LA NECESIDAD, BUSCANDO VISA QUE RABIA ME DA
BUSCANDO VISA GOLPE DE PODER, BUSCANDO VISA QUE MAS PUEDO HACER..."