viernes, 19 de agosto de 2011
CRÓNICA DE UN VIAJE A PUERTO PLATA
>Pésimo planificador, eso es lo que soy y lo digo sin tapujos y sin sonrojarme. Conmigo no va eso de hacer planes 11 meses antes para ir a tal sitio, o para comprarse tal cosa. En ese sentido, como en muchos otros de mi vida, soy, para bien o para mal, un completo desastre.
Pero en este pedazo de historia que quiero compartir, la cosa de la no previsión como que resultó para bien. A ver, veamos: todo comienza con un pretendido y "planificado" (en mi mente claro y solo cuando tenía algún tiempo libre) viaje al sur del continente para observar a mi querida Vinotinto jugar lo que sería a la postre su mejor Copa América de la historia. Comencé entonces, a mentirme a mí mismo, y contra mi propia naturaleza, me puse en una de hacer planes, cronogramas de viaje, buscar hoteles, averiguar precios, estudiar distancias. Pues nada, que sólo el fútbol parece ser por ahora lo único que hace que "medio" pueda planificar algo.
Sin entrar en muchos detalles, porque no es el tema principal, basta decir que dicha "planificación" se cayó, fundamentalmente porque el viaje en cuestión estaba concebido para hacerse con varios panas, y bueno, resulta que "varios panas" resultó ser una cuerda de arrugones que uno a uno fueron colocando las más variopintas excusas para no subirse al avión, desde el "yo no voy a viajar tan lejos para ver a Venezuela perder" hasta el "dale, te aviso seguro" y el "seguro" llegó tres días antes del inicio del torneo, pasando por el sospechoso "es que allá está haciendo mucho frío". Bien bonito pues.
Pero bueno, como siempre he sido defensor hasta la exageración de la teoría de que uno no nació pegado de nadie, y dado que en mi increíble "planificación" del supuesto viaje a Argentina había conseguido que la tirana de mi jefa me concediera unos días libres, pues mantuve mi absoluta resolución de agarrar mis macundales e irme pal carajo, pero eso sí, para un "carajo" al que pudiera accesar mi limitado presupuesto y acorde con el poco tiempo que tenía de permiso. De esta manera, mi"planificador" interno volvió a ceder, resignado, el mando de la situación al irresponsable, desordenado e improvisador de siempre. Ni modo, "al que nace barrigón..."
Lo único que estaba claro era que si no se iba al frío invierno del sur, el destino tenía que ser de sol, arena y playa. De resto, todo valía. Se sacó un mapa virtual de posibles destinos, y en menos de media hora, y gracias a la gran colaboración de esos 23 añitos de pura eficiencia que tiene mi querida compañera de trabajo y colega Carmen ( te queremos),ya estaba todo listo: Puerto Plata, en República Dominicana, era el destino escogido para dedicarme una semanita a convivir conmigo mismo, bien lejos de todos y de todo.
Después de varios tiras y encoges con las agencias de viajes, después de repetir como cinco millones de veces que no quería Punta Cana sino Puerto Plata, de que no me importaba pasar tres horas de carretera desde Santo Domingo al sitio escogido, y después de soportar varios silencios compasivos cuando mencionaba que la reservación era para una sola persona, todo estuvo listo. Se pagó lo que se tuvo que pagar y se esperó el día domingo 3 de julio, día de la salida.
El viaje no comenzó bien, se debe decir, porque bueno, estamos en Venezuela y resulta que para qué salir puntual el vuelo sí se puede viajar dos horas después, mientras la desesperación te carcome porque encima, está jugando Venezuela su primer partido de Copa América contra Brasil y al pedazo de teléfono le da por no actualizar el twitter sino cuando le da la gana, mientras que la mayoría de los panas de uno que saben que estás en pleno viaje, ni se les ocurre mandarte un mensajito, porque PARA QUE??? Solo el pana Trujillo salvó la patria. Gracias bicho.
Superado el pequeño detalle de la salida y del fútbol, y dejando en claro que cuando una funcionaria de la gloriosa GNB con cara de resentida te pregunte que vas a hacer en tu destino, JAMÁS le pongas cara de felicidad y mucho menos le respondas "a beber y a rumbear", porque vas seguro a la famosa maquinita de rayos X, se llegó, después de hora y media de vuelo, al Aeropuerto de Las Américas de Santo Domingo, la tierra del merengue y del ron, pero sobre todo del ron.
Y de allí en adelante todo fluyó como tenía que fluir. Revisión y chequeo en aduana rápido y sin problemas.Una amable receptora de los 10 dólares que debes dejar por la tarjeta de turista te da la bienvenida diciéndote "otro chamo de Venezuela". Parece que somos muchos por allá, sin embargo, eso no es ápice todavía para que nos exoneren del pago de la famosa tarjetica, como si hacen con otros países que seguramente no le regalan tanto petróleo como el nuestro, en fin.
El transporte terrestre estaba puntual a la salida del aeropuerto. Una van Mercedes Benz para mí solito. Me esperaba un viaje de tres horas que cruzaría toda la isla de sur a norte. Mi intención era disfrutar este viaje y conocer por tierra todo lo posible de la isla, pero dado el retraso en la salida desde Maiquetía, solo pude aprovechar una hora de viaje con luz. El resto del viaje nos acompañó la noche. Por supuesto, que las mamás de todos los responsables del retraso supongo que no pudieron dormir esa noche por las mentadas que les daba cada vez que recordaba las dos horas atrapado en la sala de espera.
El pana de la "guagua" era un carajo joven que no paró de quejarse todo el viaje por la explotación a la que lo sometía el dueño del transporte. Y mientras más se quejaba más aceleraba, lo cual estaba comenzando a ponerme nervioso. Por supuesto que entre queja y queja el pana me recalcaba que "lo único" que lo salvaba eran las propinas de los turistas. Touché, no tenía ni dos horas en esa vaina y ya tenía que irme acostumbrando al martilleo. Bueno, ni modo.
El viaje transcurrió entre merengue, quejas y un palo de agua llegando a Puerto Plata. Al final, se llegó al hotel a golpe de 10 de la noche. Propina para el chofer y directo a la recepción. Me recibió la muy amable gente del hotel Celuisma, chequeo, cintica para la muñeca, coctel de bienvenida y música y bulla de fondo. Ducha rápida y búsqueda de comida. Ok, iba en un paquete todo incluido, pero el detalle con estos planes, es que en el hotel solo se come cuando abren los restaurantes. Y a esa hora que llegué, lo único abierto era el bar. Como pude, conseguí unos pasapalos que me mataron el hambre, jurando solemnemente a mi estómago que dicha afrenta sería convenientemente vengada en el resto de la semana. Luego, al bar, con mi cinta azul todapoderosa en la muñeca, y a beber!!!!...
Esa misma noche y sin entrar en detalles sobre la forma, bastando con decir que a ciertas latitudes este colorcito de piel resulta harto atractivo, conocí a dos buenas amigas checas y comprobé que mi inglés nivel pre pre básico machuque resulta bien para estas lides. Se pasó una buena primera noche de alcohol, inglés machucado y más alcohol, echando cuentos de países, costumbres y distancias. Con las panas checas estaba un panita dominicano que asumió con gallarda dignidad el hecho de que apareciera ese venezolano que sabía unas 100 palabras en inglés más que él (en realidad el pana no sabía ninguna) y que monopolizaba por momentos la conversación en la mesa.
Fin de la primera noche y a dormir. Al día siguiente si se pudo observar el sitio en todo su esplendor: me encontraba en el Complejo Turístico Playa Dorada, una urbanización privada de hoteles en una de las mejores playas de República Dominicana. El Complejo tiene un campo de golf en todo el medio del mismo y su correspondiente centro comercial y discoteca (Cocobongo). El 95% de los turistas son extranjeros y casi todos de Europa. No hay muchos venezolanos en esta zona (casi todos recalan en Punta Cana o en La Romana), lo cual me pareció perfecto en mi plan de desconectarme de todo.
Pasé lunes y martes tirado en esa playa interminable (medía como 7 Km) agarrando sol y bebiendo como cosaco, acompañado por las amigas checas y el pana dominicano. En la noche del lunes, en plena rumba hotelera, fuimos literalmente "obligados" a participar en el concurso "Mister Celuisma", consistente en un conjunto de varias pruebas. En fin, bien lejos de mi casa y nadie me conoce, vamos a hacer el ridículo pues. Sin entrar en mayores detalles, debo decir que quedé segundo, superado por un puertorriqueño barrigón cuyo único mérito fue tener en el público a toda su familia, los cuales claro aplaudieron mucho más duro que las panas checas y varias "señoras" irlandesas que votaron por mí. Con estas últimas si me terminé de graduar con mi inglés machucado, pues entre tanto inglés británico pude hacerme entender "algo", cuando les dije, ya con el ron en la cabeza, que la única Irlanda era la antimonárquica. Estuvieron de acuerdo, aunque las tipas eran de Irlanda del Norte.
Para el día miércoles ya mis panas habían partido (llevaban allí como 20 días, q vida tan dura) y allí si agarré tiempo para menos rumba y más descanso. Salía conocer el pueblo de Puerto Plata, así que agarre mi morral y, cual baquiano, salí del Complejo Turístico, pregunté por las guaguas al centro, y listo. Por tan solo 5 pesos ya estaba en pleno corazón de Puerto Plata, conociendo y palpando un poco más del pueblo y de su gente. Los taxis del hotel cobraban 10 dolares por el mismo trayecto. Foticos aquí y foticos allá pa el FB. Día Jueves temprano para el teleférico, esta vez en "Moto Concho" la versión dominicana de "moto taxi", y visita al Cristo Encorvado. Resto de la rutina, la misma: descansar en la playa, beber algo, baño playero y de nuevo a descansar. Nadie te molesta, nada te preocupa. Lo único preocupante, es que se te acaba la semana.
Y la semana se acabó. Cuadre del transporte de vuelta. Corte de la cintica azul, despedida de la recepción. Nuevo chequeo en el aeropuerto, sorpresa al enterarse de que la salida de Dominicana cuesta 83 DOLARES!!!!, y vuelta a la patria, otra vez, y a la rutina, otra vez.
Como anécdotas del viaje, se pueden mencionar varias: desde la gran cantidad de dominicanos que tienen familiares en Venezuela ( de cada 10 que conocí, 7 los tienen) hasta la atracción que les causa el Presidente Chávez, al cual conocen TODOS (dominicanos, checas, irlandesas, eslovacos). Mi cara de trauma cuando me decían los dominicanos que allá necesitaban alguien como el de acá de verdad creo que no era normal, pero en fin. También pude conocer a la versión eslovenia de mi pana Rasquita, verga el carajo era exacto, igual de acelerado y borracho.
Pero en fin, al final de todo, estos viajes quedan para hacer el mundo un lugar más pequeño. Lo mejor de Puerto Plata, amén de su gente, amable hasta más no poder, de sus playas y de sus calles, es que el sitio de verdad es una pequeña Babel. Conoces gente de todos lados, bebes con ellos y echas vaina con ellos. Puedes ir solo (como fue mi caso) y salir con un pocotón de gente a rumbear y echar vaina. Si vas con ánimo sólo de descansar, también es el lugar perfecto. Si eres de los que te ladilla estar metido exclusivamente en un hotel y quieres salir a conocer un poco de calle, también te sirve. Si quieres destruirte el cuerpo y el alma rumbeando hasta el amanecer, pues estás en el sitio adecuado. Creo que en el fondo, este es el secreto de Puerto Plata, que sea lo que sea que andes buscando hacer, siempre lo consigues. Nada mal, me parece.
Así que por esta vez, el irresponsable e improvisador yo interior se salió con la suya. Escogió como destino Puerto Plata y logró que ese sitio perdido en el Caribe consiguiera su lugar de honor en el baúl de los recuerdos de quien escribe. Así que el "planificador" apartado a un lado tendrá que buscar la forma de ver como repara la plana, porque por ahora, va perdiendo la partida, y por paliza además...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario