Hace unos días, "conserjeando" en el FB, observé el nick de una buena amiga informando a todos sus "amigos" virtuales que por un tiempo, iba a permanecer completamente "unplugged", es decir, desconectada, tanto de su FB, como de su Twitter, de su PIN, y de cuanta conserjería global nos ha brindado la moderna tecnología en los últimos años.
Sin conocer a fondo los motivos de esa apreciada amiga, me llamó sobremanera la atención el hecho cierto de que, de una u otra forma, una decisión de tal magnitud amerita un extraordinario sentido del valor y de mucha fortaleza espiritual, máxime si se tiene en cuenta que, por estos días, aislarse de su "Majestad" El PIN, desvincularse de "Su Alteza Real" el Twitter, o peor aún, no abrir de manera diaria esa "biblia moderna de actualidad" como lo es el FB, equivale prácticamente a una interdicción social. No se engañen, ustedes no existen para el mundo si toman el camino de la negación de "la santísima trinidad virtual": PIN, Twitter y FB.
Sin embargo, mi apreciada y valiente amiga no fue el único caso de "desconexión virtual" en estos días. Yo también pude apreciar en carne propia lo que se puede vivir cuando uno comete "el exabrupto" de perder siquiera conexión con una de las tres divinas personas virtuales. Y es que no hay caso, si usted no es un devoto fiel, le sale la excomulgación ipso facto. Así son las cosas en ésta, la nueva religión del siglo XXI.
Un pequeño "malentendido" (no entremos en detalles) surgido con mi eficiente sacerdotisa vestal del PIN, la siempre querida Movilnet, ha hecho que desde el día lunes hasta la fecha, mi super y apreciado "smartphone" haya sido degradado a la categoría de "burrophone" (por argumento a contrario)o, en otras palabras, haya sido privado de esa luz divina, de ese mundo virtual donde todo es posible y todo se alcanza con solo tocar unas cuántas teclas, y me haya condenado, así sin anestesia, al más puro ostracismo social. Porque vamos a estar claro, ¿de que sirve un teléfono que sólo puede realizar y recibir llamadas? De nada, claro.
Y es que ciertamente, en una semana "normal" con PIN (hasta el término normalidad se equipara con tener o no el bendito BB Messenger) uno recibe y tiene noticias de todos sus "amigos" y conocidos. Incluso, ni siquiera hace falta el consabido y tradicional "como estás". No, para nada. Eso forma parte de la prehistoria. En el maravilloso mundo virtual, basta hacerle un "copy paste" a cualquier chiste maloso de Jaimito, y listo, ya tus amigos te hacen ver que sigues tan presente en ellos como siempre, así no los hayas visto en meses e incluso en años. Y de igual forma, tú sabes que ellos están bien, porque, vamos a estar claros, nadie envía chistes de Jaimito si está triste o con un rollo arrechísimo. Eso es lo maravilloso del mundo virtual, que hasta un chiste de mediano gusto sobre cualquier sátira sexual, engloba en su mensaje el cariño y el aprecio de tus seres queridos.
Y si los chistes de Jaimito no fueran suficiente información, pues bueno, existe esa maravillosa herramienta denominada "Actualización" que, cual CNN particular, nos informa y nos mantiene al día sobre nuestros adorados y estimados contactos. Ya no hace falta llamar a alguien ni preguntar como va todo. Basta que nuestro pequeño gran ego interno se sienta en confianza y empiece a informar, con todo lujo de detalles, donde estamos almorzando, a cual montaña nos dirigimos, o a cual partido de fútbol vamos a ir a cantar y a alentar. Ni hablar de nuestros estados de ánimo. Ya no hace falta llamar a Fulanito para saber si anda un poco triste, o no ha tenido un buen día hoy. Mucho menos será necesario entablar algún tipo de contacto con Menganita que, mal que bien, siempre nos escucha y nos entiende cuando uno no está de buenas. Basta con colocar una de las caritas felices o tristes que trae el PIN, y asunto arreglado. Ya le he dicho al mundo que ando feliz o enguayabao, ahora ya puedo serlo realmente. Y para terminar, puedes graficar perfectamente el momento con la respectiva fotico, tomada en tiempo real. ¿No es una maravilla?
Pues fueron todas estas maravillas tecnológicas y muchas más, de las que he sido privado en estos días. Por supuesto, al sol de hoy yo no sé nada de mis cuarenta y pico "amigos" del PIN y la mayoría de ellos no sabrá nada de mí. Por allí una fiel amistad obró el milagro de llamarme, claro después de mandarme como 800 pines y no recibir respuesta. Fue, más que una llamada, un "vamos a ver si está vivo", que otra cosa, pero se agradeció el intento. Más gráfica fue una compañera de trabajo, la cual me informó que sí, que ciertamente me había enviado varios pines tal día, pero que como no le respondí, no insistió más. La cara de ponchada cuando le pregunté por qué razón no me había llamado o al menos mandado un SMS fue para colgarla en un marco. Parecía que le hubiera preguntado la raíz cuadrada de 12.873. De hecho, ella no estaba segura de tener mi número telefónico. ¿Para qué?
Así que ni modo,para salir del ostracismo social que mi desvío del camino me ha traído, me sale ir, cual pecador arrepentido, a ofrecer los sacrificios respectivos a mi sacerdotisa vestal particular, y esperar que los ojos de su Majestad el PIN vuelvan a posarse sobre mí, y me muestre de nuevo ese mundo de amigos y contactos, donde todos saben de todos, ese mundo de caritas felices o no tanto, donde no hace falta ni siquiera un "epale como anda todo" para saber de la gente. No señor, corte y pegue cualquier chiste o mensaje de cualquier tipo y listo.Que buen amigo es Sutanito vale, siempre pendiente de uno.
Y nada de hacerle caso a ese rebelde interno que se la pasa ladillando con sus pendejadas de siempre. Que si estas cosas siempre deben enseñarnos que no es correcto anclarse en un mundo predominantemente virtual. Que es hora de volver cara a la vieja guardia y empezar de nuevo, como lo hacían nuestros antepasados hace 10 años, con las llamadas, con los encuentros, con las visitas, con las cervezas, con las discusiones con palabras reales, con los gestos auténticos, con los besos en la mejilla y los apretones de mano. Que esta tecnología resulta muy útil para la familia y los panas que viven a varios miles de kilómetros, pero que no se justifica para personas que no viven a más de 20 Km a la redoma unas de otras. Que es hora de aprenderse uno que otro número telefónico de memoria, y que la consabida frase "es que no tengo tiempo" solo es una excusa barata para seguir anclado en ese mundo virtual detrás de un teléfono, de una laptop, o de ambos. Sinceramente, creo que ese rebelde interno se quedó en la prehistoria.Peor para él.
Así que nada. Espero unirme de nuevo a la tribu global que comparto en mi "smartphone" lo más pronto posible, y de nuevo saber cuando aquél buen amigo está saliendo para la playa, o aquella entrañable amiga amaneció con dolor de cabeza.Está claro que ni pienso irme al paseo playero, ni mucho menos llevarle una aspirina, pero lo importante es que lo sepa. Eso es, a la larga, lo atractivo de esta religión virtual: que todo se sabe. Estemos o no estemos presentes, da lo mismo y no es lo realmente importante.
Pienso en mi apreciada y estimada amiga y me doy cuenta que no sé nada de ella desde su desconexión, hace ya una semana. Debería llamarla, pero la verdad, da como fastidio buscar el número de teléfono y ponerse a hablar. Mejor espero que recapacite, y vuelva a unirse a la procesión que rinde culto a la santísima trinidad virtual. Si, sé que finalmente ella lo hará y volverá de su unplugged particular. Entonces le mandaré su respectivo pin acompañado de una carita sonriente, lo cual reflejará sin lugar a dudas,mi estado de ánimo del momento.
Yo mientras tanto, y hasta tanto vuelva al baile social del PIN, me conformaré por ahora con revisar el Twitter y, claro, con compartir toda esta habladera de paja, con mis amigos del FB....