Quién puede olvidar aquellas largas y tortuosas horas del colegio, cuando esa especie de Lado Oscuro de la Fuerza que eran los profesores torturaban constantemente a esos pequeños e inocentes niños que fuimos alguna vez con cuanta operación numérica existiera o dejara de existir. Sumas, restas, multiplicación, división, más sumas, menos restas, por multiplicas y entre divides. Todo un juego de palabras y números, sobre todo números, que en lo personal, no es precisamente de los mejores recuerdos que puedo guardar de mi infancia. O de hecho sí, creo que lo mejor de esos maratones numéricos era tal vez el timbre que, cual ruido celestial, lograba poner fin a esa pesadilla llamada matemáticas.
No obstante, y gracias a las muy bien planificadas y elaboradas estrategias de terrorismo maternal que, al lado de una felicitación y los regalos respectivos por una buena nota, colocaba un buen par de cuerazos si no se estudiaba, se pudo asimilar, aunque sea a la fuerza, los elementos básicos de ese quitar manzanas y agregar peras que nuestras dulces maestras nos explicaban tan amorosamente en el colegio. Y sí, la ironía es algo que también se aprende con la vida, sobre todo al recordar a las cariñosas profesoras.
Pero en fin, cuando uno logra asimilar que una hora de números más otra hora de números equivale a dos horas de tortura consecutiva, y que tu hora de recreo menos la hora de castigo es igual a quedarse sin recreo, es entonces cuando ese más y menos, menos y más, comienza a tener sentido, y, por supuesto, a ser un objeto de preocupación en tu incipiente vida. !!!Bienvenido al sube y baja del más y menos, del menos y el más!!! deberían decirte en las aulas escolares.
Claro que, como todo sube y baja, a veces resulta engañoso. De hecho, las odiadas matemáticas te dicen que todo lo asociado al más (+) es positivo, mientras que lo referido al menos (-) es negativo. De buenas a primera entonces, pareciera que, al realizar la extensión de esta regla a la vida común, todo lo que sea "más" es lo bueno, lo agradable y deseable, y todo lo relativo al "menos" es lo que se debe evitar, porque eso implica lo negativo, lo no deseado ni querido. No obstante, la Vida, esa maestra un millón de veces "más" sabia que las que pudiste tener en el colegio, y que todavía te sigue enseñando con paciencia, se encarga de demostrarte que no siempre es así. Que las líneas a veces se cruzan y que el mar en algún momento cede espacio a la tierra. Y es que a veces, más es menos, y menos es más.
Este Noviembre de 2010, antesala a la parranda y al bochinche de "bebiembre", me encuentra una vez más frente a esa lección de vida que desmiente, de manera tajante, esa falacia matematica que dice que todo lo referente al "más" es lo positivo, y lo referido al "menos" es negativo. En mi caso, tal como debe suceder con muchas otras personas, el más frecuentemente es menos, y el menos es más.
Noviembre me consigue, por ejemplo, con más trabajo. Sí, nadie dice que el trabajar sea malo ni nada que siga alimentando la conseja popular de que el venezolano es flojo. Sólo digo que por circunstancias gerenciales, ahora realizo el trabajo que dos semanas antes se repartía entre cinco personas, porque a alguien con mayor poder de decisión se le ocurrió que yo era lo suficientemente competente para hacer eso e incluso más. El resultado: menos tiempo para compartir con los seres queridos. Ejemplo claro de que no siempre "más" es igual a positivo, como dicen los matemáticos. En este caso, más termina siendo menos.
Noviembre también me consigue con más años, lo que se traduce necesariamente en menos salud. Y es que sin lugar a dudas, ya he roto mi propia marca personal de visitas médicas en los dos últimos meses, y entre la rodilla izquierda y el hombro derecho, me han hecho pasar por más consultas, rayos X, resonancias, inyecciones, citas y salas de espera que en los diez años anteriores. Y todavía no termino. Hasta una posible cirugía se asoma por allí. Ni modo. ¿mis estimados matemáticos seguirán diciéndome que "más" es positivo?.
Sin embargo, la ecuación también se invierte. El úndecimo mes del año me consigue con menos libertad también. Y es que ya son ocho meses de decir adiós de manera formal a la soltería empedernida y libertaria en la que me encontraba. No obstante, ahora tengo mayor amor y compañía a mi alrededor, y a pesar de dejar casi en el olvido mis maratones de fútbol televisado los fines de semana por piñatas, cumpleaños, parrillas y eventos "familiares", en este aspecto de mi vida, puedo afirmar que menos ha significado más.
Y así vamos. Juego más al fútbol ahora pero mis rodillas me hacen correr menos. Tengo menos dinero que antes pero ahora hay más conciencia de como utilizarlo. Descubro que mientras más pasa el tiempo, menos amigos quedan. Compruebo que utilizando menos hojas, se conservan más árboles. Verifico que a más años, menos son las peleas familiares y que a menos rumba, cerveza y trasnocho, más distancia se recorre cuando se baila con fantamas. Y claro, la típica: a más cumpleaños y navidades, menos años por vivir.
Por allí dicen que en la vida de todo se puede aprender. Pues bien, más allá de la existencia o no de esa especie de pequeña paradoja donde lo más es lo menos, y lo menos es lo más, parece válido comprender algo de las muchas lecciones que se podrían sacar de esta pequeña "aberración matemática", por llamarlo de alguna forma.
De buenas a primera, lo evidente es que las matemáticas podrán ser útiles para resolver innumerables cosas, pero su exactitud seguramente no te sacará de los verdaderos problemas que tengas que afrontar en la vida, que son esos que te sorprenden un martes a las 5 y pico de la tarde.
Sin embargo, Lo principal que se me ocurre en todo caso, es recordar ese empeño que tenemos los seres humanos por manejar y controlar absolutamente todo lo que nos rodea, de manera similar a cualquier fórmula matemática, donde todo deba ser exacto y perfecto y el resultado venga incluso con decimales. Donde 2+ 2 siempre dé 4, así se realice la suma 888.888 veces. La Vida, la gran maestra de todo, se ha encargado de demostrarnos una y otra vez que esa fórmula no siempre es exacta, así como que no siempre "más" es positivo y "menos" es negativo.
Y es que, lo que en ciertas ocasiones puede parecer algo no tan bueno al principio, puede terminar formando parte de las mejores cosas de tu vida. O viceversa. Algo que parece que te limita, al final te hace la persona más libre del mundo, o aquello que siempre pensaste que te llenaría, es lo que más vacío te deja. 2+2 no siempre es 4. Lo importante en todo caso, es convencerse de que no todo en esta vida puede estar bajo nuestro absoluto control y que, paradójicamente, esa es la mejor parte del asunto, aunque no lo entendamos al momento. Creo que ese es el gran aprendizaje que un mortal como yo puede sacar de esta partícula de conocimiento del denominado "idioma de Dios".
Entonces, queda claro que no perdí completamente mi tiempo ni mi viejo su dinero cuando asistía a mis clases de matemáticas. algo aprendí de todos esos números, operaciones, reglas, ecuaciones y similares. Claro, ese aprendizaje no me dió ningún 20 en la materia ni ningún diplomado en áreas científicas. Pero es que, hablando en confianza, no hay mayor anticientífico que yo. ¿Como podría yo luchar contra mi naturaleza?
Lo que sí es cierto es que, a despecho de mis adoradas profesoras de matemáticas, en lo que a mí respecta, todas estaban equivocadas: 2+2 no es siempre igual a 4, ni 8+2 es igual 10.Así que trataré de andar por la vida haciendo o intentando hacer operaciones imposibles, donde 1+4 sea igual a 27.784, o 7-5 sea igual a -47....o perdón, en lo que me queda de vida, porque, claro, a más horas vívidas, menos horas por vivir...
Y es que, tengo la leve sospecha, que en este mundo, con mucha más frecuencia de lo que uno piensa, más es menos, y menos es más...
No obstante, y gracias a las muy bien planificadas y elaboradas estrategias de terrorismo maternal que, al lado de una felicitación y los regalos respectivos por una buena nota, colocaba un buen par de cuerazos si no se estudiaba, se pudo asimilar, aunque sea a la fuerza, los elementos básicos de ese quitar manzanas y agregar peras que nuestras dulces maestras nos explicaban tan amorosamente en el colegio. Y sí, la ironía es algo que también se aprende con la vida, sobre todo al recordar a las cariñosas profesoras.
Pero en fin, cuando uno logra asimilar que una hora de números más otra hora de números equivale a dos horas de tortura consecutiva, y que tu hora de recreo menos la hora de castigo es igual a quedarse sin recreo, es entonces cuando ese más y menos, menos y más, comienza a tener sentido, y, por supuesto, a ser un objeto de preocupación en tu incipiente vida. !!!Bienvenido al sube y baja del más y menos, del menos y el más!!! deberían decirte en las aulas escolares.
Claro que, como todo sube y baja, a veces resulta engañoso. De hecho, las odiadas matemáticas te dicen que todo lo asociado al más (+) es positivo, mientras que lo referido al menos (-) es negativo. De buenas a primera entonces, pareciera que, al realizar la extensión de esta regla a la vida común, todo lo que sea "más" es lo bueno, lo agradable y deseable, y todo lo relativo al "menos" es lo que se debe evitar, porque eso implica lo negativo, lo no deseado ni querido. No obstante, la Vida, esa maestra un millón de veces "más" sabia que las que pudiste tener en el colegio, y que todavía te sigue enseñando con paciencia, se encarga de demostrarte que no siempre es así. Que las líneas a veces se cruzan y que el mar en algún momento cede espacio a la tierra. Y es que a veces, más es menos, y menos es más.
Este Noviembre de 2010, antesala a la parranda y al bochinche de "bebiembre", me encuentra una vez más frente a esa lección de vida que desmiente, de manera tajante, esa falacia matematica que dice que todo lo referente al "más" es lo positivo, y lo referido al "menos" es negativo. En mi caso, tal como debe suceder con muchas otras personas, el más frecuentemente es menos, y el menos es más.
Noviembre me consigue, por ejemplo, con más trabajo. Sí, nadie dice que el trabajar sea malo ni nada que siga alimentando la conseja popular de que el venezolano es flojo. Sólo digo que por circunstancias gerenciales, ahora realizo el trabajo que dos semanas antes se repartía entre cinco personas, porque a alguien con mayor poder de decisión se le ocurrió que yo era lo suficientemente competente para hacer eso e incluso más. El resultado: menos tiempo para compartir con los seres queridos. Ejemplo claro de que no siempre "más" es igual a positivo, como dicen los matemáticos. En este caso, más termina siendo menos.
Noviembre también me consigue con más años, lo que se traduce necesariamente en menos salud. Y es que sin lugar a dudas, ya he roto mi propia marca personal de visitas médicas en los dos últimos meses, y entre la rodilla izquierda y el hombro derecho, me han hecho pasar por más consultas, rayos X, resonancias, inyecciones, citas y salas de espera que en los diez años anteriores. Y todavía no termino. Hasta una posible cirugía se asoma por allí. Ni modo. ¿mis estimados matemáticos seguirán diciéndome que "más" es positivo?.
Sin embargo, la ecuación también se invierte. El úndecimo mes del año me consigue con menos libertad también. Y es que ya son ocho meses de decir adiós de manera formal a la soltería empedernida y libertaria en la que me encontraba. No obstante, ahora tengo mayor amor y compañía a mi alrededor, y a pesar de dejar casi en el olvido mis maratones de fútbol televisado los fines de semana por piñatas, cumpleaños, parrillas y eventos "familiares", en este aspecto de mi vida, puedo afirmar que menos ha significado más.
Y así vamos. Juego más al fútbol ahora pero mis rodillas me hacen correr menos. Tengo menos dinero que antes pero ahora hay más conciencia de como utilizarlo. Descubro que mientras más pasa el tiempo, menos amigos quedan. Compruebo que utilizando menos hojas, se conservan más árboles. Verifico que a más años, menos son las peleas familiares y que a menos rumba, cerveza y trasnocho, más distancia se recorre cuando se baila con fantamas. Y claro, la típica: a más cumpleaños y navidades, menos años por vivir.
Por allí dicen que en la vida de todo se puede aprender. Pues bien, más allá de la existencia o no de esa especie de pequeña paradoja donde lo más es lo menos, y lo menos es lo más, parece válido comprender algo de las muchas lecciones que se podrían sacar de esta pequeña "aberración matemática", por llamarlo de alguna forma.
De buenas a primera, lo evidente es que las matemáticas podrán ser útiles para resolver innumerables cosas, pero su exactitud seguramente no te sacará de los verdaderos problemas que tengas que afrontar en la vida, que son esos que te sorprenden un martes a las 5 y pico de la tarde.
Sin embargo, Lo principal que se me ocurre en todo caso, es recordar ese empeño que tenemos los seres humanos por manejar y controlar absolutamente todo lo que nos rodea, de manera similar a cualquier fórmula matemática, donde todo deba ser exacto y perfecto y el resultado venga incluso con decimales. Donde 2+ 2 siempre dé 4, así se realice la suma 888.888 veces. La Vida, la gran maestra de todo, se ha encargado de demostrarnos una y otra vez que esa fórmula no siempre es exacta, así como que no siempre "más" es positivo y "menos" es negativo.
Y es que, lo que en ciertas ocasiones puede parecer algo no tan bueno al principio, puede terminar formando parte de las mejores cosas de tu vida. O viceversa. Algo que parece que te limita, al final te hace la persona más libre del mundo, o aquello que siempre pensaste que te llenaría, es lo que más vacío te deja. 2+2 no siempre es 4. Lo importante en todo caso, es convencerse de que no todo en esta vida puede estar bajo nuestro absoluto control y que, paradójicamente, esa es la mejor parte del asunto, aunque no lo entendamos al momento. Creo que ese es el gran aprendizaje que un mortal como yo puede sacar de esta partícula de conocimiento del denominado "idioma de Dios".
Entonces, queda claro que no perdí completamente mi tiempo ni mi viejo su dinero cuando asistía a mis clases de matemáticas. algo aprendí de todos esos números, operaciones, reglas, ecuaciones y similares. Claro, ese aprendizaje no me dió ningún 20 en la materia ni ningún diplomado en áreas científicas. Pero es que, hablando en confianza, no hay mayor anticientífico que yo. ¿Como podría yo luchar contra mi naturaleza?
Lo que sí es cierto es que, a despecho de mis adoradas profesoras de matemáticas, en lo que a mí respecta, todas estaban equivocadas: 2+2 no es siempre igual a 4, ni 8+2 es igual 10.Así que trataré de andar por la vida haciendo o intentando hacer operaciones imposibles, donde 1+4 sea igual a 27.784, o 7-5 sea igual a -47....o perdón, en lo que me queda de vida, porque, claro, a más horas vívidas, menos horas por vivir...
Y es que, tengo la leve sospecha, que en este mundo, con mucha más frecuencia de lo que uno piensa, más es menos, y menos es más...
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