Antes que nada dejame decirte que esto de tener dos hermanos cumpliendo años en dias consecutivos es un soberano peo desde todo punto de vista. Pasando desde los regalos hasta el hecho de querer escribirles algo, lo cual me hace tener que dividir el tiempo entre ambos. En fin, igual, tú y yo no nos vamos a poner con mariqueras, porque para algo somos los hombrecitos de este peo.
Así que nada de frases bonitas, rebuscadas o similares, cosas que nada tienen que ver con lo que siempre ha sido nuestra relación durante todo este tiempo que llevamos compartiendo el honorable adjetivo de "hermano". Y mira que ya llevamos una catajarra de años haciendolo. Demasiado tiempo diría yo, y claro, cuantas historias y anécdotas no vienen a la cabeza.
A ver, por ejemplo, el incidente "Tobita" es algo inevitable en cuanto recuerdo se tenga de nuestra infancia. Rosnel y yo, pero sobre todo nuestras nalgas no olvidarán jamás los correazos de Doña Rosa porque el grandulón de nuestro hermano mayor se sintio "ofendido" por una inocente broma. Y que decir de cuando llegaste con el corte de pelo aquel donde hasta pollina tenías de lo "liso" que te lo había dejado no sé que fulano peluquero. Todavía puedes escuchar mis carcajadas no?. Que vaina tan buena!!!...
Pero claro, seguramente yo tengo algunas mas cosas que recordar que lo que pueden decir nuestro trío de hermanas. Es que eso de compartir la misma habitación durante casi 20 años y ser los únicos varones en una casa donde las féminas eran mayoría hace nacer en uno una especie de "complicidad" con el compañero de litera que nunca podrá ser entendida ni por Raiza, Rina o Rosnel. Es cuestión de hombres pues.
Y aquí no hay mayor novedad: en mi infancia yo era el típico hermano menor que siempre veía a su hermano mayor como el "superhermano". Y por lo menos en mi caso, esa percepción no se alejaba mucho de la realidad. A ver, veamos: mi hermano mayor era el cuarto bate del equipo de beisbol del Colegio. Mi hermano mayor era el campeón de karate en los torneos a los que iba. Mi hermano mayor era al que todos los alumnos del colegio le tenían miedo. Bastaba decir que yo era el hermano de "El Negro" para que absolutamente nadie se metiera conmigo. Directa o indirectamente, me frustraste en gran medida esa vaina innata en todo hombrecito de darse de vez en cuando unos coñazos con alguien. Yo creo que me habré peleado en mi infancia máximo tres veces, y en todas al día siguiente lo único que recordaba era al pobre infeliz que el día anterior me había dado hasta con el tobo suplicandome que por favor "no se lo dijera a mi hermano".En fin, la cuestión del "superhermano" no se alejaba mucho de la realidad, por lo menos para el inocente niño que era yo.
En la adolescencia el mito de "El Negro" tomó otros cauces. Si en la infancia la admiración de tu miedoso y sobreprotegido hermano tenía como punto central tu innata capacidad de ser el mejor en los deportes y de repartir carajazos al resto del mundo, en la pubertad el centro de esa misma admiración se extendió a las innumerables carajitas con las que te veía pasar tomado de la mano. Yo no entendía nada y mis amigos mucho menos. Allí fue donde aprendí que no siempre el catirito de ojos azules es el que se lleva a las mujeres hermosas. Y a mí se me hinchaba el pecho de adolescente orgullo cuando pasaban esos mujerones contigo, sobre todo porque a mí casi ni me miraron las mujeres sino como hasta los 15 años mas o menos, y tampoco era que se me tiraban encima. Pero en fin, de nuevo alli estaba tu flacuchento hermano menor, viendote como el superhermano y tratando de imitarte en secreto. No resultó por supuesto, pero eso lo aprendí mucho después.
Lo mejor de toda esa época era que, como tú eras tan desastroso, mis travesuras pasaban por debajo de la mesa. Así, pude yo cansarme de jubilarme de clases, irme a beber con los panas, llegar rascao a las 3 de la mañana, pintar paredes por toda Caracas, fumar como un degenerado, repetir un año en bachillerato y aún así, nunca sentí el ojo castigador de los viejos. Hasta en eso fuiste siempre fuiste mejor que yo.
Y en toda esa etapa que vivimos juntos en la misma casa, cuantas cosas no se recuerdan. Recuerdo las peleas que nos tirabamos con los guantes aquellos de boxeo. En el fondo sé que te llenabas de paciencia y nunca me golpeaste realmente duro, y que en realidad nunca te causó ni risa alguno de mis golpes, pero para mí esas "peleas" fueron las mejores clases para aprender a defenderme, tirar un buen par de golpes y no bajarle la cabeza a nadie. Siempre he sido un poco alzado, y creo que parte de esa alzadera te la debo a tí. Recuerdo también la primera vez que te ví con un zarcillo en la oreja y que el primer cigarrillo que fumé en mi vida te lo agarré de tu gaveta. Recuerdo que eras el número 65 (o 67?) en tu equipo de beisbol y pienso que fue ayer cuando ganaste el torneo áquel de karate en el Parque Miranda y subiste a darle el trofeo a papá, al cual no le cabía el pecho de orgullo. Te recuerdo de traje militar en aquel liceo donde trataron inultimente de darte disciplina. Recuerdo casi todas las peleas gafas que tuvimos y como no, recuerdo cuando me hiciste llorar en aquel Mundial donde Brasil le ganó a Argentina 3-1. Fue en España 82. Mancha negra en mi historial personal.
Luego de esa etapa viviendo juntos en la misma casa, la vida se encargó, como siempre, de despacharnos a sitios distintos. Te casaste y fuiste padre muy joven. De hecho por tí todos pasamos en la familia a ser abuelos y tíos por primera vez, bendición que nos repetiste 10 años después. Sé que podrás tener muchos defectos, pero también sé que adoras a tus hijos (MIS sobrinos) y que te esfuerzas en tu rol de padre. Solo te pido que nunca desfallezcas en eso, porque los tiempos de hoy son muy diferentes a aquellos donde nosotros pudimos crecer.
Que más puedo decir de tí? caraquista, ni modo. Siempre jodedor y chalequeador. Nunca desprecias una buena joda y hablador hasta más no poder. Tu lado oscuro puede ser a veces demasiado radical pero sé que con los años lo has tratado de atenuar. Te invito a que lo sigas haciendo, porque al final, siempre es mejor un mal arreglo que un buen pleito. Creo que sabes a que me refiero.
Y bueno bicho, no me voy a extender más en esto porque en realidad, cuando lo que llama es la sangre y las emociones, las palabras están de más, y además aquí somos dos hombrecitos. Quiero desearte un feliz cumpleaños y decirte que siempre estaré agradecido a la vida por el hermano mayor que me puso en el camino. Que aunque las mariqueras de la vida moderna hacen que pasemos mucho tiempo alejado, el cariño y la admiración de aquel hermanito menor se mantienen intacto y creciendo aún más. Sigue dandole coñazos a la vida como tú sabes hacerlo, y sigue parandote cuando ella sea la que te golpee más duro. Sabes que cuentas conmigo para lo que sea, aunque eso está de más decirlo.
Feliz Cumpleaños para "El Negro"....
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