martes, 13 de noviembre de 2012

HERMANA MAYOR...

Cierto que no eres mi única hermana mayor, pero ambos sabemos que el título te queda casi como que perfecto. Es decir, Rina bien podría haber sido la más pequeña y sin embargo siempre mantendría ese aire de amigable, siempre sonriente, echadora de vaina al extremo y muchas cosas más. Pero en la difícil tarea de ser "La Mayor" el destino no se equivocó contigo: eres la Hermana Mayor por derecho y el título no puede quedarte mejor. Nelson, Rina y Rosnel seguro que coincidirán conmigo. 

Y es que no puedo imaginar como puede ser una hermana mayor distinta de lo que tú has sido. Carácter fuerte desde siempre, tu tamañito no guarda en absoluto ninguna relación con ese huracán que se desata cuando alguien tiene la brillante idea de buscarte pelea. Y ni hablar de cuando se metían con algunos de tus hermanitos. Allí saltabas como la propia fiera, aunque esos "hermanitos" fueran muchas veces de los que tiraban la piedra y escondían la mano. En el fondo sabemos que tú lo sabías, pero igualmente no dejabas que ningún extraño osara meterse con alguno de nosotros o tan solo "sugiriera" que alguna travesura había salido de algún vástago de La Rodriguera, y eso contando con que el famoso "Tobita" formaba parte de esta familia. 

Igualmente como la primogénita tuviste la oportunidad de vernos a todos babeandonos en la cuna y llorando por cualquier pendejada. De hecho, creo que a mí y a Rosnel hasta nos limpiaste el rabo más de una vez, como siempre nos recordabas cuando nosotros lo hacíamos con Rafael Antonio. Y ya desde entonces tenías la mala costumbre de agarrar cualquier cosa que estuviéramos comiendo: desde las compotas que tenías que darnos, y de las cuales nos dabas una cucharilla y te comías dos, pasando por los famosos sandwichs que Nelson dejaba haciendo en la tostadora mientras se bañaba. Recuerdo como si fuera ayer como salías corriendo de la cocina y te encerrabas en el cuarto, mientras el bolsa aquel se quedaba pensando si habían sido dos o tres los panes que había puesto a tostar. 

Y es que aunque tengas el carácter demasiado fuerte, yo recuerdo demasiadas cosas que todavía me hacen reír y que tienen tu nombre y apellido. Tu relación con el Viejo es una vaina demasiado buena, porque es la propia relación de papá-hermana mayor. Recuerdo a Papá despertándote con cacerolas, tobos de aguas y cosas por el estilo cuando tú le decías que te levantara temprano para ir a la Universidad. O aquella vez que llegaste tarde y entraste sigilosamente con los tacones en las manos mientras el Viejo dormía en el sofá, para que al final, justo cuando abrías la puerta de tu cuarto, se te cayeran los zapatos, despertando a tu querido padre en el acto. O aquella vez que no sé por que extraña razón, salías con unas tijeras y le decías a Rina que no se quedara dormida porque le ibas a cortar el largo cabello que se gastaba. Yo lo único que hacía era destortillarme de la risa, tal cual como lo estoy haciendo justo ahora.

Como la mayor fuiste la primera en ir a la Universidad, la primera en llevar un título universitario a la casa, la primera en ir a un postgrado y la primera en tener su propio TV en el cuarto. De hecho, tenías el privilegio de ser la única que no compartía habitación con nadie. Y recuerdo las peleas que Rosnel y yo nos lanzábamos para que tú nos concedieras el "privilegio" de ver la TV en tu cuarto mientras tú no estabas. En fin, cosas de hermanitos con las que tuviste que lidiar muchas veces. Para lo que siempre fuiste mala era para esconder la llave de tu cuarto cuando pretendías que nadie entrara. Rosnel y yo movíamos cielo y tierra, a veces ayudados por Rina claro, para encontrar esa bendita llave dorada y acceder a la tierra prometida que era ese cuarto con TV propia. 

Como tu carácter no fue ni nunca ha sido nada fácil, eran frecuentes las peleas entre hermanos. Tus disputas con Nelson formaron un clásico solo comparable a un Caracas-Magallanes. Es que creo que se han pasado la vida entera peleando por cualquier vaina, como cuando se dividían el banana split que le obligaban a Rina a pedir en el Crema Paraíso, pero creo que en el fondo ambos se quieren con cierta dosis de locura, que por orgullo jamás lo admitirán, pero que reflejan en cada uno de sus sobrinos. Con Rina siempre has mantenido cierto grado de complicidad y creo que son las que mejor se entienden, pero también te tiras tus peleas de vez en cuando, al igual que con Rosnel. Ni hablar con Doña Rosa. Al final son mujeres y ustedes se entienden; lo que sí es cierto es que ni de vaina se me ocurrirá llevar una novia a la casa el mismo día en que las tres hermanas andan juntas. 

Como madre eres una dictadora, pero también eres una de las mejores madres que conozco. Y es que ese Rafael no es nada fácil. Todos sabíamos que ese chinito que era puro pelo y que ni se sentía en los primeros tres meses no tardaría en desembocar todo el "estímulo" que tú te empeñabas en darle desde la barriga. En fin, que el muchacho nos salió tremendo pero bueno, y hoy en día tienes un adolescente que ya te saca media cabeza de tamaño, juega fútbol, toca guitarra y a los gritos se mantiene en la difícil academia que es el San Agustín. Estoy seguro que al final será un tremendo profesional y que con toda razón, sabrá a quien deba agradecer en gran medida cuando llegue el momento.

Con los sobrinos eres la mejor tía. Y eso teniendo en cuenta de que el pobre Hector Alexander no tenía dos horas de nacido cuando ya tú lo estabas regañando. Y aquí estamos de nuevo de acuerdo: de tí podrán decir cualquier cosa, menos que no eres una buena tía con tus sobrinos. Yo siempre he pensado que a la gente no hay que juzgarla tanto por lo que dice sino por lo que hace, y en este sentido, te ganas el título de la Tía del Año, y creo que eso lo saben desde Héctor Alexander hasta Mariana Isabel.

Y conmigo, bueno, clase aparte. Claro que hemos tenido nuestros encontronazos, pero creo que soy con el que menos has peleado. Siempre supe que conmigo eras un poco más especial que con el resto. Supongo que de cierta manera, fui un pequeño juguete para tí cuando era un recién nacido y esa visión no te abandonó nunca. Pero más allá de todo, siempre fuiste una buena hermana. Recuerdo cuando eras toda una ejecutiva con carro del año y con varios pretendientes detrás. Fue en esa época cuando cumplí los 18 años que me fuiste a buscar para llevarme a un caro restaurant a almorzar para celebrar mi mayoría de edad. Mucho más atrás, recuerdo que fuiste la que me llevó a mi primera práctica de fútbol, cuando contaba con solo 7 años y era un mocoso que se asustaba por todo; o aquella vez que me acompañaste en el autobus al Colegio San Ignacio de Loyola para mi primer partido fuera del San Agustín. Ni que decir que fuiste la única que osó darme su carro para que yo lo manejara, o la primera que me honró nombrandome el padrino de su único hijo. Y también creo que fuiste la primera que me regaló un preservativo. 

Siempre se ha dicho que los hermanos son los amigos que uno nunca escogió, pero de haber podido elegir una hermana mayor seguramente la misma no sería muy distinta a lo que tú has sido, tanto para mí como para el resto de la camada. Quiero que sepas que siempre te he querido pero sobre todo admirado por lo que eres, y por como afrontas la vida con ese carácter siempre indomable y férreo. Te podrás equivocar o no, pero siempre mantienes tu posición y tu coherencia y eso es algo que por estos días no se ve mucho. Y eso te hace sumamente especial y única, sobre todo porque al final, pareciera que como toda hermana mayor, siempre terminas teniendo la razón.

Feliz Cumpleaños Hermana Mayor; gracias por cambiarme los pañales y consentirme a tu manera, pero sobre todo, muchas gracias por estar siempre allí para todos....




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