sábado, 30 de julio de 2011

OLAS Y ARENA...

>El silencio se hace cada vez más latente, como siempre pasa a esta misma hora. Es como una especie de energía cósmica, que poco a poco va apagando los fuegos del ruido humano, hasta sincronizarlos y convertirlos en un leve murmullo, apenas audible, apenas sensible.

El niño observa el ir y venir de las olas. Sabe que ya no puede volver a entrar a ese mar tan azul que durante horas lo acogió y lo arrulló con su incomparable ternura. Siente los ojos de sus padres justo en su espalda y sabe que cualquier intento de volver a irradiar su infantil cuerpo con las sales marinas de esa agua milagrosa, será severamente sancionado. No obstante, un dejo de esperanza se deja entrever entre sus inocentes ojos. Él sabe que llegará el día en que podrá entregarse por horas y horas a ese primer amor, sin que exista persona en el mundo que se lo pueda impedir. Solo debe esperar.

El adolescente enciende un cigarrillo. Evidentemente fuma a escondidas. Todavía presenta algunos efectos de la mediana intoxicación alcohólica que voluntariamente se ha proveído. Mira al infinito mientras piensa en ella. Tiene años conociéndola y ya es hora de que le diga lo que siente. Ese año termina el bachillerato y no puede dejarla ir sin por lo menos decirle que la ama, que siempre la ha amado y que no hay momento en que no piense en ella. Que monta en celos apenas ella le menciona el nombre del fulano novio y que hasta un poema dedicado a ella le ha escrito. Moja sus pies en la orilla y deja escapar una sonrisa. Para bien o para mal, ha decidido que será su corazón, y no su mente, el que tomará las riendas de este asunto.

El hombre de edad media camina a lo largo de la playa. Observa como el sol busca allá más tierras, como cada atardecer. Le recuerda su búsqueda personal, esa búsqueda que siempre asimiló a una simple fórmula matemática pero que la vida se ha empeñado en demostrarle que no, que no siempre dos más dos son cuatro. Se descubre un poco aterrado, sin saber a donde va, pero en el fondo de su ser sabe que todo esto no son más que tonterías. Detiene su caminata y se sienta en la arena. Sus ojos se posan fijamente en esas olas que rompen en la orilla mientras su alma le va repitiendo, una y otra vez, que ciertamente él conoce el camino a donde quiere llegar, y entiende que lo único que debe hacer es ponerse en marcha, sin importar un carajo lo que piense el resto del mundo.

El anciano sólo observa sentado con su bastón en la mano. De vez en cuando cierra los ojos para escuchar con mayor fuerza el ruido de las olas. Sabe que le queda poco tiempo. Los doctores no le han dado ningún atisbo de esperanza para su enfermedad. No la necesita tampoco. Los doctores ignoran muchas cosas. El anciano conoce su cuerpo. Él sabe que hundir sus pies descalzos en esa arena le hacen mayor bien que todas esas pastillas y tratamientos en frías y solitarias clínicas. Respira hondo y abre sus ojos. Vuelve a mirar de nuevo las aguas marinas que lo arrullaron cuando era niño. Se acerca a la orilla y vuelve a mojar sus pies como siempre lo hacía cuando era un enamorado adolescente, y comienza a caminar, con paso dificultoso, a lo largo de la playa donde tantas veces caminó en su adultez.

Y de nuevo sucede el milagro. Ese milagro mezcla de esperanza, amor, terror y fortaleza que ha sido su vida entera. El anciano vuelve a escuchar, como tantas veces lo hizo, el ruido de las mareas del atardecer que le hablan, que le dicen que todo estará bien, que todavía tiene la esperanza del futuro. Que todavía está a tiempo de que sea el corazón el que tome las riendas de este asunto, y que solo necesita ponerse en marcha en el camino que él mejor que nadie conoce.

El anciano para su caminata. Respira y sonríe, mientras observa a lo lejos a un niño mirando fijamente el ir y venir de las olas, con una mirada de esperanza que se deja entrever entre sus inocentes ojos...


OLAS Y ARENA...

martes, 26 de julio de 2011

EL ANGEL DE BURDEOS...

Héroes. ¿Quién no los ha tenido? desde aquellos de la primera infancia, habitantes permanentes de un mundo que no volverá, hasta éstos de la edad adulta, no tan sorprendentes como aquellos claro,mucho más humanos y disfrazados de futbolistas, músicos, escritores, científicos, y una larga lista de etcéteras, dependiendo de la visión de la vida y del gusto de cada quién.

También existen los héroes obligados. Aquellos que desde que entras en la primera aula de clases te los encasquetan en cuánto libro de historia tienes a la mano. Son obligados porque la idolatría no nace a modo propio, sino que te la van lentamente incluyendo en tu listado particular de héroes, hasta el punto de casi llegar a ser un traidor a la patria si uno "osa" cuestionar alguna actitud que no nos parece del susodicho en cuestión. En fin, que me dirán lo que quieran, pero yo no me trago nada parecido a que una frase como "contad con la vida, aún siendo culpables", pueda ser pronunciada por alguien que se llame héroe. Lo siento, pero dicha frase jamás fue pronunciada ni siquiera en su peor momento por Mazinger Z. Yo no puedo tener por héroe a una persona que asume solidaridades automáticas sin ni siquiera dignarse a averiguar si el pana en cuestión es culpable o inocente.

Pero en fin, a este mundo de héroes, inventados o no- ese ya es otro tema- yo quiero traer y presentar a uno de mis favoritos. Hace poco se cumplieron 126 años de su nacimiento (19 de julio) y, salvo en algún que otro lugar de este desquiciado mundo, dicha fecha pasó como si nada en los distintos calendarios y efemérides relevantes.

Su nombre: Arístides De Sousa Mendes. Nacido en un lugar conocido como Cabanas de Viriato, Portugal, un 19 de julio de 1885. Diplomático de carrera, prestó servicios para el gobierno de su país en varios puestos, hasta llegar al cargo de Cónsul. De familia adinerada, era el típico profesional con futuro brillante en su carrera.

Para echar el cuento corto, y para entender el por qué de mi admiración por este caballero, habrá que trasladarse al año 1940, a la Francia humillada y derrotada por las fuerzas nazis, las cuales avanzaban con todo su potencial bélico y odio desde el norte hacia el sur. París había sido ocupada el 14 de junio, y miles de ciudadanos huían despavoridos hacia donde pudieran, muchos de ellos judíos. En eso se llega a una ciudad: Burdeos, y a un sitio en particular: el Consulado de Portugal.

Para entonces gobernaba el país luso uno de esos tantos "autopredestinados de la historia" llamado Antonio De Oliveira Salazar. Un tipo humanitario que, para congraciarse con el asesino de Adolf Hitler, ordenó a todos los consulados portugueses en el exterior, que se abstuvieran de concederle visados entre otros especímenes, a "judíos expulsados de sus países de origen o del país del que sean ciudadanos".

Pero que vaina con los héroes vale. Que fastidiosos se ponen a veces. El Consulado de Portugal, como tantos otros consulados, se encontraba abarrotado de personas, familias enteras, mujeres, niños, ancianos, todos buscando su última oportunidad de escapar del infierno nazi. En eso entra en escena el héroe de ésta historia.

Cuentan varios testimonios, entre ellos el de uno de sus hijos, que la madrugada del 15 al 16 de junio, Arístides no pudo dormir. Escuchaba a lo lejos el ruido de las personas que abarrotaban el Consulado, y lo mortificaba el hacer o no lo correcto. Porque él sabía,como lo sabemos todos los seres humanos, lo que era lo correcto, solo que al resto de los mortales nos cuesta hacerlo porque sencillamente, es muy difícil. Esa es la diferencia entre ser o no héroe. No hay otra. Arístides no arriesgaba poca cosa: desobedecer la orden de su Presidente equivaldría a un incierto destino tanto para él como para su familia.

Parece que nuestro amigo, católico de convicción, se la pasó rezando toda la noche. Cuando amaneció, siempre según el testimonio de uno de sus hijos, parecía que había envejecido 30 años, pero en su mirada se veía la resolución tomada. Informó a todo el personal del Consulado que él otorgaría visas a todo aquel que se la pidiera. "Sí tengo que desobedecer a alguien, prefiero desobedecer a los hombres y no a Dios", fue su justificación cuando el gobierno de Lisboa le llamó la atención por desobedecer al líder máximo.

Así, nuestro héroe se dedicó, con la ayuda de sus hijos, sobrinos y del rabino de Amberes, Jacob Kruger, a expedir y firmar visados temporales de entrada a Portugal para que la gente pudiera embarcar hacia los Estados Unidos. El dictadorzuelo de entonces, jamás le perdonó esto. Lo destituyó del servicio diplomático, pero Arístides ni media bola le paro. Se trasladó a la ciudad de Bayona, y entre el 20 y 23 de junio siguió con su orgía desenfrenada de entrega de visados con el sello de cónsul que había llevado consigo desde Burdeos. El pana habrá pensado: " si me jodo, que por lo menos me jodan por bastante".

El Gobierno de Lisboa le ordenó que se reportara de manera inmediata a la ciudad. Arístides obedeció, pero en el transcurso del viaje de retorno, se dedicó a sellar pasaportes de todo refugiado que encontrara en el camino, e incluso tuvo tiempo para una más: como las comunicaciones en ese entonces distaban mucho del BB y del twitter actuales, Arístides se las arregló para dirigir a una multitud hacia una casilla aduanal española que no había sido avisada de la orden de no dejar pasar a los visados del cónsul rebelde, y cruzó con ellos la frontera española, rumbo a Portugal.

El resto es historia. Nuestro héroe fue obligado a renunciar a su cargo y a todos sus beneficios. Jamás pudo conseguir otro empleo, porque también le quitaron su licencia de abogado, y nunca le fue pagada ninguna indemnización. Terminó sus días en la pobreza, totalmente aislado e ignorado hasta por sus vecinos, quienes no le hablaban por miedo a represalias, comiendo y viviendo de la caridad de la comunidad hebrea de Lisboa, que lo ayudaron con su familia, compuesta por 14 hijos. Murió en la más absoluta miseria, el 3 de abril de 1954, en un hospital de los franciscanos, enterrado solo con una túnica.

Con su actitud rebelde, con el respeto a sus más profundas convicciones, y con verdaderos huevos, este señor fue el responsable de haber salvado por lo menos 30.000 vidas, dado que ése fue el número de visas que emitió, mucho más que las que salvó el también héroe Oscar Schindler (el de la famosa lista). Pero, cosas de la vida vale, al final de la guerra, el dictador Salazar fue felicitado y condecorado por "haber ayudado a salvar a muchos refugiados".

Solo a partir de 1966, su nombre comienza a ser reivindicado. La Organización hebrea Yad Bashem le da el título de "Justo entre las Naciones", el más alto honor que recibe una persona extranjera en Israel. Solo es en 1987 cuando su propio gobierno lo condecora con la Orden de la Libertad y pide disculpas públicas a su familia.

Arístides nunca manifestó ningún remordimiento por lo que había hecho. A él se le atribuye la frase, en plena época de miseria: "si muchos judíos sufren por un cristiano, entonces un cristiano puede sufrir por muchos judíos". En esa frase se resume, sin lugar a dudas, la grandeza de este hombre.

En el año 2007, fue realizada una encuesta en Portugal sobre los 10 hombres más grandes que hayan nacido en esa tierra. Curiosamente, Arístides no quedó primero. Fue el tercero de la lista, que encabezó, ¿adivinan? Antonio Salazar!!!!...definitivamente, como dice una conocida canción: "lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida".

Y lo hermoso le costó la vida a "El Angel de Burdeos", pero solo su vida material claro está, porque sus principios y valores jamás le pudieron ser arrancados, ni siquiera en la hora en que tuvo que decidir entre su futuro personal, su carrera y su familia, y la suerte y las vidas de 30.000 desconocidos. No lo dudó ni un solo instante, y he allí donde radica todo su heroísmo, porque como bien dice el Talmud: " el que salva una vida, salva al mundo entero".

Héroe, sin disparar un tiro, sin grandes batallas, sin grandes alharacas ni majestuosos desfiles, solo armado con un sello y con la integridad de un hombre que jamás se vendió. Héroe de verdad verdad: ARISTIDES DE SOUSA MENDES...







domingo, 24 de julio de 2011

EL VERDADERO TRIUNFO...

Termina la Copa América Argentina 2011 y la selección venezolana redondea el mayor triunfo de su escasa historia futbolística. Un triunfo que ha costado realmente "sangre, sudor y lágrimas", parafraseando a aquel Primer Ministro británico que en enhorabuena decidió luchar hasta el exterminio contra uno de los tantos dementes que de cuando en cuando asoman su cabeza por este confuso mundo.

Pero que nadie se equivoque. El triunfo de la Vinotinto no pasa de ninguna manera por haber dejado en cero al pentacampeón mundial Brasil, a pesar de de que todas las apuestas apuntaban a una fácil victoria de la verdeamarela, con su astro Neymar a la cabeza. Ese empate, logrado ante un fútbol que se ha cansado de humillarnos, tanto en la cancha como fuera de ella (es a un brasileño llamado Joao Saldanha, antiguo dirigente de la Confederación Brasileña a quien se le atribuye la frase "el fútbol venezolano es un chiste") si bien fue un golpe a la historia, no es ni de lejos el mayor triunfo de la Selección, ni siquiera por el hecho de que el verdadero "chiste" en la cancha viniera del país que vio nacer a Pelé, Garrincha y compañía.

Mucho menos se vaya a pensar en el triunfo logrado ante Ecuador. Si, ciertamente el funcionamiento ese día de la selección fue de otro mundo. Se le pasó por encima a un equipo que ha jugado dos de los tres últimos mundiales y que tiene jugadores realmente consolidados en las mejores ligas del mundo. Un país cuya prensa llegó a titular en alguna ocasión, ante el justo reclamo del profe Richard Páez por las pésimas condiciones del estadio de Quito donde se jugaría el primer juego de las eliminatorias, la frase: "vinieron como argentinos, que se vayan como venezolanos". Y como venezolanos nos fuimos entonces, como nos fuimos en esta ocasión, con sendos triunfos 1-0.

Tampoco se crea que fue el empate in extremis logrado ante Paraguay en el tercer juego. Es verdad, los guaraníes son una selección mundialista y representan un fútbol que históricamente le ha hecho mucho daño a Venezuela. Y aunque ciertamente ha sido Paraguay la encargada de terminar con las esperanzas venezolanas en los dos últimos procesos clasificatorios a la Copa Mundial, celebrando con mucha efusión dicho sea de paso, no fue esa hombrada a punta de puros huevos en los últimos dos minutos para mantener el invicto de la Selección el mayor triunfo vinotinto. Ni siquiera porque el gol de Grendy Perozo haya sido uno de los goles más gritado en la historia de esta Tierra de Gracia.

Chile? que se puede decir de este partido. Para muchos aquí se consiguió el mayor triunfo del seleccionado patrio. Pero no, no estoy de acuerdo. Cierto, en esos días el fútbol de este país fue realmente menospreciado por nuestros "hermanos" araucanos. Para ellos no importó que Venezuela en cuatro de los últimos seis juegos oficiales les haya sacado puntos. Tampoco tomaron la previsión de practicar tiros penales en la Copa América más pareja de toda la historia, ni disimularon su alegría por haber quedado cuadrados con Venezuela en cuartos. Ciertamente, los goles de Vizcarrondo y Cichero fueron una verdadera bofetada a la soberbia y al desprecio de un fútbol que, a pesar de llevarnos más de 60 años de ventaja, muestra en sus vitrinas los mismos trofeos que el nuestro.

Pero tampoco ese juego contra los chilenos fue el mayor triunfo de nuestra selección. De allí en adelante, vino la semifinal de lo imposible contra Paraguay otra vez, donde se cayó de la única forma que se podía caer: en series de penalties. Ya el juego contra Perú es parte de la anécdota.

Todo lo referenciado en esta Copa América sirve para poner en contexto el verdadero triunfo de la Selección, logrado ante el mayor rival que siempre tuvo la Vinotinto, y que ciertamente no son ni Argentina ni Brasil ni el resto de países con quien compartimos tierra continental. Ese rival, tan acérrimo como casi inconquistable por años, ha sido el propio pueblo venezolano.

Si, los mismos venezolanos, quienes con su apatía, su falta de apoyo y hasta su desprecio por momentos se convertían en el peor enemigo de todos esos jugadores que por años sudaban y daban el todo por el todo en el terreno por defender los colores de un país que sencillamente les daba la espalda. Todavía se recuerdan aquellos juegos en estadios nacionales donde Venezuela siempre era visitante. En mi caso particular recuerdo un Venezuela-Uruguay de eliminatorias en el Brígido Iriarte donde toda la tribuna popular estaba ataviada con la celeste. Increíble.

Que esta selección haya podido por fin vencer esa apatía y esa falta de apoyo, y por el contrario, haya podido unificar por semanas a un pueblo dividido por tonterías políticas, que la gente se haya agolpado en plazas y sitios públicos de todo el país para seguir a su selección, que la camisa vinotinto se haya absolutamente agotado en todos los comercios formales e informales, que los ruidos por la celebración de los goles venezolanos retumbaran como nunca antes, que las calles se trancaran en caravanas de pura euforia y orgullo e incluso que hasta las damas comenten lo atractivo que les resultan algunos jugadores venezolanos, se convierten en pruebas palpables de que sí, ciertamente algo ha cambiado.

Y es que de verdad, resultó altamente gratificante observar como amistades muy cercanas que hasta ayer ni se enteraban de cuando jugaba la Vinotinto, se convirtieran en los fanáticos más recalcitrantes de los colores nacionales. Las muestras de apoyo se observaron en todas partes, incluso en la hora amarga de la derrota en semifinales, derrota que no fue tal, porque el solo hecho de observar a 28 millones de almas llorando y mentando a la mamá de todos los jugadores paraguayos y del árbitro mexicano es algo que no puede considerarse derrota para el fútbol venezolano ni para la Nación en general. Celebramos juntos y lloramos juntos, pero TODOS JUNTOS. Eso es un triunfo, ese es el verdadero triunfo de este seleccionado.

Porque en el fútbol, como en la vida, se puede ganar o perder. Son cosas que pasan, pero unir 28 millones de personas en una sola voz, en un solo color y en un solo sentimiento, es un triunfo histórico, es algo extraordinario por lo que vale la pena brindar una y mil veces...

Pero eso sí, brindando con el mejor vinotinto que hay: El Vinotinto de Venezuela!!!!....

viernes, 22 de julio de 2011

ADDENDUM PARA MARIANA

A ver Mariana, muchas cosas han pasado de un tiempo para acá desde la última vez que te escribí. Demás está decirte que has crecido un poco más, que ya te salieron par de dientes tanto arriba como abajo de tu hermosa boquita. Que ya dices clarito "tío" y sabes la diferencia entre una moto y una bicicleta.
Otras cosas han pasado a tu alrededor. Debo decirte que ya por un período de tiempo se acabaron los viernes en casa de la abuela para comer "pita", como tú llamas a las sabrosas arepas que con tanto cariño Doña Rosa te prepara. También notarás que no verás tan seguido al "primo" ni que ya entrarás con tanta frecuencia al cuarto de tu tío para tumbarle al piso todos los libros de su repisa, mientras dibujas en tu rostro la más hermosa de las sonrisas.
Pero no, mi querida niña, no te asustes ni me abras tus despiertos ojitos de esa forma que lo haces. No te hemos cambiado por nadie, ni tampoco nos vamos a ningun planeta amarillo mas allá del arcoiris. Nada de eso.
Pero tú si partes mi querida niña. Cosas de la vida, tu papá, que siempre velará por tí y hará todo lo posible (y también lo imposible) por el bienestar de tu mami y el tuyo, tiene que irse a trabajar a otro lugar, un poco más lejos que los 10 o 15 minutos que usualmente nos separaban en carro. Por eso Mariana, es que ya no verás tan seguido como antes a "buelo", ni pelearás tan seguido con tu primito Daniel por los juguetes.
Pero no te preocupes mi niña. Vas a un buen lugar, donde seguro conocerás muchos amigos y gente que te cuidarán y te harán reir como lo hacen tus primos y tus tíos. Verás Mariana, ve aprendiendo desde ahora, que en la vida siempre se debe buscar sumar, y nunca restar. En tu caso, tú no restas familiares, seguramente sumarás más personas que te quieran y te consientan como lo hacemos aquí en casa. Eso sí, lamento decirte que en cuanto a las "pitas" allí no habrá nada que sumar, las mejores solo las podrás comer en casa de tu abuela. No todo puede ser perfecto en la vida.
De todas formas, y como de manera inevitable pasará algún tiempo sin vernos, debo recordarte algunas cosas que ya te dije con anterioridad, que aunque sé que siempre las tendrás presentes, siempre se hace bueno recordarlas, sobre todo ahora, que vas a un lugar donde es posible que se te puedan pasar por alto algunas.
Recuerda siempre a tu tierra Mariana, y nunca olvides de donde vienes. Aunque te sientas tentada por momentos, no dejes de aprender tu lengua materna y hablala con tus padres en tu casa. Es la lengua de tus abuelos, de tus tíos y de tus primos, y una de las cosas que siempre te mantendrá unida con tu familia y con tus raíces.
Ya sabes que debes ser una buena estudiante. Aprende del mundo y de sus leyendas. Aprecia y respeta siempre las costumbres de los demás, aunque no las entiendas. Ama el sitio donde vives y hazte parte de él, y nunca desprecies o hables mal del lugar que tú llamas hogar. Defiendelo con puños y dientes y no permitas que nadie lo humille o lo menosprecie.
Conserva los valores de tu familia. Cree en Dios, porque él es el Amor y de esa fuente es que tú provienes. Cuestiona el mundo todo lo que quieras, pero jamás caigas en el lugar común de pensar que todo este peo se originó por un simple Bing Bang. Cree en la trascendencia del ser humano y vive en función de ello mi querida sobrina. Alejate de los interesados y de los hipócritas. Acercate a las personas simples y sinceras. Viaja todo lo que puedas, sola o acompañada. Observa el atardecer en la playa y escucha bien el sonido de las olas a esa hora. Te llevará a sitios inimaginados.
Perdona. Siempre perdona. No humilles ni ofendas al que menos tiene. Llora cuando tengas ganas y hazlo con todas tus fuerzas. Escoge tus batallas. No pierdas el tiempo odiando a alguien. Aprecia las diferencias y busca comodidad en la diversidad, sea religiosa, política, económica o racial. Enamorate, despechate y vuelve a enamorarte. Busca a quien de verdad te aprecie y te respete, y recuerda que todos merecen una oportunidad. No permitas nunca que la soledad se acostumbre a tí, disfrutala un tiempo, pero no te cases con ella. Escucha toda la música que puedas y aprende a caminar con ritmo. Mira a los ojos a las personas y descubre su verdadero valor en una mirada sincera.
Haz amigos, muchos amigos. Buscalos de todas las formas y gustos posibles. Aprende de ellos, aprende con ellos. No permitas que se te vayan, no los pierdas nunca. Da limosnas, nunca te des el lujo de vivir en una búrbuja. Vuela todo lo que quieras, pero siempre vuelve a pisar tierra. Ten compasión de la gente que carece de todo. No conviertas tu hermoso corazón en una piedra. No malgastes ni derroches nada. Cuida el ambiente. Aprende a respirar y a contar hasta 100.
Recuerda siempre a tu familia. Llama a tus abuelos siempre. Enamorate de tu país de nacimiento y trata de entender su mentalidad. Nunca reniegues de tus orígenes y no permitas que nadie te obligue a hacerlo. Sé buena mi Mariana, muy buena. Tienes de donde aprender porque tu madre es de las mujeres más hermosas que puedas conocer en tu vida, aunque seguramente esto ya lo sabes.
Y finalmente mi niña, acuerdate de mí siempre. De ese tío loco que lo único que hace es escribirte cartas cuando ni siquiera se te pasa por la mente aprender a leer todavía. De ese tío medio senil que se la pasa diciendo que ya te conocía incluso antes de que fueras concebida. Guarda un pedacito de tu corazón para mí, el más pequeño no importa, y sonríeme, sonríeme siempre como lo hiciste hoy cuando nos despedimos por un tiempito nada más, y haz que las lágrimas que hoy se me escapan por tu partida, se conviertan mañana en lágrimas de satisfacción y orgullo por la clase de mujer en la que seguro te convertirás.
DIOS TE BENDIGA MARIANA ISABEL, UNA Y MIL VECES....