"COMO NO TE VOY A QUERER SI ERES EL ROJO DE MIS AMORES, EL MEJOR ENTRE LOS MEJORES POR ESO SIEMPRE TE VENGO A VER"....
Así comienza el coro de una canción que es cantada por miles (aunque no tantas) de gargantas, por lo general cada 15 días, cada vez que el equipo de fútbol mas famoso de mi ciudad, el Caracas Fútbol Club, salta a la cancha del Estadio Olímpico de la UCV.
Como bien saben los que mas me conocen, el que escribe es uno de los mas acérrimos aficionados de este equipo. Lo sigo lo más que puedo, sea en vivo en el estadio, o por TV. Tengo la camisa, la bufanda y hasta la jarra de cerveza con el logo de mi rojo querido. Gozo un mundo cuando gana y me deprimo si la derrota es el resultado. Así somos los fanaticos, que le vamos a hacer.
Sin embargo, esta cuestión de hinchar, seguir y romperse la garganta por el equipo de tus amores, por lo menos en mi caso particular, trasciende el simple gusto de seguir a unos colores por el solo hecho de seguirlo. Ojo, no critico para nada a aquellos que solo van al estadio por moda o por curiosidad, es que sencillamente, en mi caso particular, el ser aficionado a los colores rojo y negro del Caracas tiene otro sentido, tiene, para ponerle un toque melodramático al asunto, otra "trascendencia".
¿Y con que se come eso? bueno, esa es la parte difícil de la cuestión: explicarlo. En mi caso particular, después de mucho analizarlo, pude llegar a la conclusión de que esa "trascendencia" se debe sencillamente a un sentimiento muy bien afincado en mi personalidad: el Sentimiento de Pertenencia.
Pero, ¿pertenencia a que?, en el caso que aquí nos ocupa, esa pertenencia viene dada en primer lugar, por el aire que respiro, por el Avila que siempre observo, por el frenesí y apuro en que vivo, por la belleza de las mujeres que inevitablemente admiro, por el caos que soporto. Esa sería una primera aproximación a ese sentimiento de pertenencia.
Pero allí no se queda la cuestión. Si me adentro un poco más, puedo fácilmente observar que mi pertenencia está compuesta por muchas cuestiones más. Entonces vienen los lugares, aquel patio del colegio, aquella plaza donde tanto corría, aquel parque donde aprendí a correr bicicleta. Aquel pasillo de Universidad donde nervioso esperaba una nota de examen; aquella discoteca donde tanta vaina echamos; aquel rincón donde nos dimos el mejor de los besos.
Y si todavía quiero adentrarme más aún en ese sentimiento de pertenencia, entonces aparecen y cobran vida los rostros de muchas personas, cercanas y lejanas; permanentes o temporales en tu vida. Aparecen entonces la familia, los hermanos, los viejos, los sobrinos, para recordarte, tal como dice la canción de Ruben Blades, que no importa cuantos problemas puedan tener, siempre podrás tener la seguridad de que ellos te quieren.
¿ Y que decir de los amigos? nunca quedan fuera de ese sentimiento de pertenencia. Están los leales, los que siempre están contigo, los hermanos pues. Están los que no siempre están contigo, pero sabes que siempre podrás contar con ellos. Están los que no aparecen casi nunca, pero siempre tendrán una sonrisa y un apoyo cuando mas lo necesites. Y es que, como decía el sabio Forrest Gump: " hasta un tonto como yo sabe que un buen amigo no se consigue a la vuelta de la esquina".
¿Y de los amores que?, por supuesto que forman parte de ese sentimiento de pertenencia. Desde el primero, aquel todo inocente, adolescente y platónico, que nos rompió en mil pedazos el corazón con su adiós, hasta el actual, el maduro, el bonito y el que dura para toda la vida; pasando por todo el menú de opciones posibles: el apasionado, el intenso, el mas recordado, el mas tranquilo, el mas deseado, el mas secreto.
Finalmente, en mi pertenencia están los momentos de la primera vez: cuando fui al colegio, cuando pisé una cancha de futbol, cuando monté bicicleta, cuando metí un gol, cuando llegastes a la Universidad, cuando besastes a una mujer, cuando terminastes una relación, cuando bebistes cerveza con tus panas, cuando te emborrachastes, cuando amanecistes fuera de tu casa.
Todo eso, y muchas cosas mas, forman parte de mi sentimiento de pertenencia. Mi pertenencia a una ciudad donde ocurrió todo, donde están todos los lugares, donde está el caos y la belleza de las mujeres, donde viven mis familiares y mis amigos, donde fui al colegio y a la Universidad, donde me tomé mi primera cerveza, donde me enamoré por primera vez, donde nacieron mis sobrinos y donde aspiro que nazcan mis hijos. Donde está, en definitiva, mi querencia y mi guarida, parafraseando a Isaac Chocrón.
¿Y donde se resume de manera increible y maravillosa todo lo anterior? pues en esa camisa Roja del equipo de fútbol de mi ciudad. Cuando hincho y me rompo la garganta por él, también me estoy rompiendo la garganta por mis querencias, por mis lugares especiales, por mi colegio, por mi Universidad, por mi Avila, por mis viejos, por mis hermanos, sobrinos y amigos, por mi amor dichoso, por mi caos urbano y por mis mujeres bellas que siempre admiro, por mi parque y mi plaza, por mi futuro y por mi pasado.
Por esta misma razón, que me perdonen los que hinchan al Madrid, Barcelona, Milan o similares, pero, en lo que a mí respecta, mi vida no está amarrada a ningún olor, lugar, persona o situación al otro lado del océano..¿Como podría yo ponerme la camisa de otro equipo?
Así que cada vez que me vean uniformado de pies a cabeza, cantando como un loco, gritando cada gol de mi Rojo como si se me fuera la vida en ello, tengan en cuenta que no solo estoy cantando y defendiendo los colores de un equipo de futbol, sino que estoy cantando y defendiendo los colores de mi propia vida.
"COMO NO TE VOY A ADORAR SI POR LAS NOCHES YO CONTIGO SUEÑO Y DE ESTE CAMPO ME SIENTO DUEÑO ME HACE FELIZ VERTE GANAR!!!!".....
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