jueves, 18 de marzo de 2010

OLIMPICO AMOR

Aunque el título sugiera lo contrario, no voy a hablar sobre una historia de amor. O mejor dicho, sí podría llamarse una historia de amor. De hecho, de un amor a primera vista, y que ha durado ya casi 27 años. Pero no es una historia de amor convencional. No hay parejas, rupturas, cartas de amor, salidas al cine ni nada de esas cosas convencionales que forman parte de la relación amorosa entre dos personas.

Yo vengo a hablarles de un sentimiento algo distinto. Es un tipo de amor vinculado con la pertenencia, con el recuerdo, con la historia. Ayer mismo nos volvimos a encontrar, como nos encontramos una tarde de domingo allá por la década de los 80, cuando solo era un típico carajito que salia con su papá un domingo sin saber a ciencia cierta adonde iba. Allí estaba, como estuvo entonces. Es el estadio Olimpico de la Universidad Central de Venezuela, mi sitio favorito de todo el mundo.

Claro, muchos dirán: "bueno, entonces debe ser que no conoces el mundo";y algo de razón tienen en eso. Mi conocimiento del mundo está muy limitado. Pero pienso, y estoy seguro, que podré visitar cualquier sitio histórico, artístico, deportivo del mundo, y, por mucho que pueda maravillarme, nunca dejaría de responder: "la grada del Estadio Olimpico, sector central, ultima fila de arriba, justo al lado de la bandera de Venezuela", cuando alguien, por casualidad me pregunte, cual es el sitio donde me siento mas cómodo en todo el mundo.

¿De donde viene esta historia de amor? como toda historia, tiene su comienzo. Aunque la memoria tiende a jugar malas pasadas de vez en cuando, en lo que se refiere a mi querido Estadio Olímpico, la misma se aclara sorprendentemente.

Todo comienza, tal como dije con anterioridad, una típica tarde de domingo, con un señor de aproximadamente 40 años de edad y su pequeño hijo de 6 años, ya para cumplir 7. Como todo niño a su edad, salir con papá era lo máximo. Y considerando que vives en una familia de 5 hermanos, salir SOLO con tu papá era uno de los mayores privilegios que pudieras conocer, por lo menos a tan corta edad. El papá de este cuento era un típico señor venezolano, amante del beisbol por supuesto, el cual solía ver fútbol solo en mundiales, así como las ligas de España e Italia, pero dificilmente se acercaba a una cancha nacional. "!!!Yo no veo caimaneras"!!!!...era una de las frases favoritas de este respetable abogado.

Pues bien, ese día domingo, del cual se me escapa casi todo, solo recuerdo lo acontecido entre 6 de la tarde y 8 de la noche. En efecto, ese es el período de tiempo en el cual estuve presente en lo que entonces para mí era la cancha de futbol mas grande que había visto en mi vida. Mucho mas grande que la canchita infantil de mi colegio San Agustín de El Marqués, donde daba mis primeros y torpes pasos como futbolista. No solo era la cancha mas grande de mi limitado mundo, sino que las tribunas eran inmensas. Y mucho mas inmensas se veían totalmente vacías. Eso fue algo que me llamó mucho la atención, y es algo que, 27 años después, todavía me sigue llamando la atención.

¿Quienes eran los equipos? el Caracas FC, por entonces apenas recién ascendido a la Primera División, y el Deportivo Tachira. Mirandolo en retrospectiva, el destino quizo que el primer juego de toda mi vida en el Estadio Olímpico fuera entre el que es hoy, tal como lo saben quienes mejor me conocen, MI EQUIPO DEL ALMA (Caracas FC) y nuestro odiado rival, los aurinegros del Tachira. Si bien el resultado del juego no es lo relevante aquí, es justo decir que perdió Caracas 0-1 ese día.

Pero el amor había nacido. Ese día, en aquel niño de 6 años surgió un sentimiento que se ha seguido repitiendo año tras año. Ese gusto que sintió ese escuincle en ese escenario vacío no se ha podido borrar de las venas por las cuales corre la sangre del hombre en el que hoy se ha convertido.

Después vinieron las historias que alimentarían ese amor. Que si Pelé jugó en esa cancha en 1969 en un partido donde casi 30.000 personas vieron a la Vinotinto empatar 0-0 durante 65 minutos con el mejor equipo que ha existido en la historia de los mundiales, el Brasil que campeonaría un año despues en Mexico 70. Que si allí se jugó la final de la Copa América del 75. Que si Distefano pisó esa cancha también. Que si es una de las pocas canchas del Mundo que puede vanagloriarse de que 2 de los llamados 3 grandes del fútbol (según la FIFA) Pelé y Distefano, jugaron en ella, y que, si no es por la politiquería criolla, el tercer grande en cuestión, Diego Armando Maradona, la hubiera pisado en el año 85.

Que allí habían jugado el Real Madrid, el Inter, el Barcelona. Que en las decadas de los 50 y 60, en el llamado "futbol de las colonias", cada domingo se reunían en sus tribunas 25.000 personas. Historias, historias y mas historias. Todas ellas con ese mítico estadio como protagonista.

En lo que a mí respecta, he visitado ese estadio todas las veces que he podido. Muy limitado de niño, debido a que dependía de que mi viejo estuviera lo suficientemente ladillado para moverse un domingo de la comodidad de su casa, para llevar al carajito a ver "caimaneras", ya después de adulto, he podido ir con más frecuencia y renovar, con cada visita, esos sentimientos de aquel niño de 6 años.

"Me gusta regresarme del olvido, para acordarme en sueños de mi infancia, del chico que jugaba a la pelota.." así dice parte de una conocídisima canción del gran Fito, y eso describe exactamente lo que siento cuando entro a ese recinto. Vacías, las más de las veces, a medio llenar, de vez en cuando, y totalmente llenas, poquisimas veces, sus tribunas son testigas mudas de alegrías, esperanzas, decepciones, gritos de júbilo, gritos de gol, que han salido de quienes nos hemos empeñado en tener el privilegio de crecer viendo el mas hermoso deporte del mundo.

Por supuesto, que entre todos esos momentos, hay unos muy buenos, y otros no tanto. El mas curioso, un partido entre el Deportivo Italia y un club de Galicia llamado Lalín, que para entonces jugaba en la Tercera División de España, el cual no sé si todavía existe. El mejor fue muy reciente, el año pasado, cuando el Caracas venció 4-0 al Deportivo Cuenca de Ecuador y con eso logró clasificar a los cuartos de final de la Libertadores. El peor, debería decir que es mas reciente todavía, el miercoles de la semana pasada, cuando ví perder a mi equipo por primera vez en 5 años de local en Copa Libertadores, 1-3 contra Flamengo. Sin embargo recalco el "debería decir", porque, a pesar de la derrota, creo que esa fue la PRIMERA VEZ que estuve rodeado de tantos buenos amigos en el estadio. Una muy buena combinación para mi gusto: tu sitio favorito y tus buenos amigos.

Ayer no fue la excepción. Allí estaba, otra vez, como lo estuve hace 27 años. En la grada del Estadio Olímpico, sector central, ultima fila arriba, al lado de la bandera de Venezuela. Llegando 3 horas antes del juego para poder disfrutar, otra vez, del mejor lugar del mundo. Y allí estaban otra vez, los buenos amigos, mi Caracas FC, mi cerveza y mi estadio Olímpico, con sus gradas y tribunas, esta vez llenas, siendo testigos mudos de ese retorno temporal a la infancia, de ese retorno al chico que jugaba a la pelota...

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